Armando Williams es un artista plástico peruano formado en la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú, con un Master en Bellas Artes en el Pratt Institute de Nueva York. Ha obtenido diversos reconocimientos, tales como la Medalla Daniel Hernández, de la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú, por su 100 aniversario en el 2018, y el Primer Premio XXIX Salón Nacional de Grabado, del ICPNA en 1988, entre muchos otros. Sus obras forman parte de las colecciones públicas de The New York Public Library, PrintCollection, Nueva York, Museo de Arte Latinoamericano, Nicaragua. MALI, Museo de Arte de Lima, Perú; Instituto Cultural Peruano Norteamericano, Lima, Perú. Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, Puerto Rico.

En el 2016 realizó una muestra llamada "Revisión", sobre la que escribimos un artículo . De hecho, uno de sus cuadros es el fondo principal de este blog. Elegimos su obra porque nos parece que explota el poder del color, además, creando líneas que salen de sí mismas y que contribuyen a crear un paisaje libre. Les invitamos a que asistan a su inauguración, justamente, hoy: 


INAUGURACIÓN: Miércoles 29 de mayo, 7.30 pm 

La obra continúa hasta el 15 de junio

GALERIA FORUM: Av. Larco 115O - Sótano / Miraflores, LIMA

Entrada libre

Armando Williams
PINTURA 11
óleo sobre tela
101 x 76 cm

Una caracola marina


El pintor Armando Williams contempla una caracola marina. Sus ojos recorren circunvoluciones lustrosas, duras como piedra. Acerca la esfera al oído, y en su caverna percuten los ecos eternos del agua. Esas profundidades invisibles encierran una escala cromática sumergida en verdeazules traslúcidos graduados hasta sus tintes más oscuros y atrapan los reflejos pasajeros que el Sol enciende y los vientos agitan sin descanso sobre la superficie oceánica.

Las caracolas han seducido desde siempre al hombre andino, que las convierte en pututos o trompetas sagradas. Su forma —que emparenta los brazos inconmensurables de las galaxias, los patrones de crecimiento de las plantas o las cadenas del ADN— simboliza la excelencia artesanal del Universo. Intuitiva o racionalmente —recordemos la sucesión numérica de Fibonacci o la Regla Áurea—, los artistas de todas las épocas se han visto fascinados por esas progresiones complejas y enigmáticas, derivadas de la perfección espiral.

Williams interna su mirada en esta esfera mágica, se deja llevar por una corriente de asociaciones y activa el banco de imágenes que porta en sí —hoy asistimos a una eclosión jamás imaginada, que dilata cotidianamente los alcances de la visualidad micro y macroscópica— tanto como reflexiona sobre el antiguo arte pictórico. Su apuesta bidimensional afirma las vastedades que las vías de la abstracción tienen por delante.

ARMANDO WILLIAMS
PINTURA 4
óleo sobre tela
65 x 81 cm

Trasmutados en líneas y colores planos, las formas y el paisaje hundidos en distancias indefinidas trasponen y amplifican percepciones unívoca, físicamente verificables. Complementada por el ejercicio del pensamiento, la observación sensorial resplandece con todas sus luces. Juntos recrean y amplifican el escenario onírico donde la tierra y el mar diluyen sus fronteras, confundidas en correspondencia afectiva.

Alimentadas por una multitud de fuentes históricas, las telas de Williams sincronizan el diseño lineal y la aplicación del color. Estas composiciones asimétricas patentizan las tensiones propias de una concentración solitaria, de una aventura que avanza a tientas. Las líneas son los hilos vertebradores del discurso. Se pliegan y expanden en toda dirección, como ríos desbordados, solo detenidos por la decisión del autor. No hay plan previo, solo un diálogo con lo que surge, una construcción en terreno desconocido, un paseo sin retorno ni arrepentimiento del pincel y la materia, hasta la detección del instante en el que nada falta ni sobra para reflejar una realidad autosostenida, la del cuadro.

ARMANDO WILLIAMS
PINTURA 1
óleo sobre tela
50 x 50 cm

La factura manual es evidente y el grosor de los trazos, parejo, aunque libre de exactitud mecánica. Repeticiones e intervalos marchan a su aire, sin órdenes fijas que constriñan su soltura; aun superpuestos, desafían toda representación de volumen, cóncavo o convexo. Venas, arterias, esquemas nerviosos ensamblan cuerdas lacias, sin quiebres ni nudos que detengan un flujo continuo sobre fondos irregulares, apenas difuminados o decididamente llanos.

Estos colores vibran desde canteras antiguas, contemporáneas, eruditas, populares, andinas, amazónicas. Recogen impresiones de viajes reales e imaginarios en esquemas restringidos que sellan un carácter reconocible, personal, único. Las caligrafías —verticales, diagonales, horizontales— se alternan en la conquista del plano poblado con siluetas oscilantes que podrían ser, además, las del ejecutante. Plantado meditativamente frente al soporte de sus intervenciones, el pintor genera y proyecta su presencia, configurada con altas dosis de riesgo y paciencia.

La organización de la imagen resulta de una suma de tensiones cuidadosamente trabadas, desembarazadas del gestualismo dramático, la improvisación y la “bravura” de una preceptiva expresionista caduca. Ni pathos, ni confesiones súbitas, impulsivas. Tema y variaciones celebran sobriamente una vitalidad que se distancia de toda estridencia, incluso al acercarse a los colores primarios de la tomografía y su líquido de contraste. La policromía ictiológica, coralina, se suma a los rastros que la caracola surca en el fondo marino. Presionada intensamente por remolinos, corrientes y trombas, la casa rodante resiste intacta gracias a su estructura helicoidal.

armando williams
SPONDYLUS,
óleo sobre tela
112 x 112 cm

El asombro contenido en los óleos de Williams alcanza también otros ámbitos del territorio que los peruanos compartimos y que nos definen —el desierto litoral, la urbe, la selva exhuberante—, evocados en ese pututo de colores. Este simple objeto detona —visual, auditiva e intelectualmente— elaboraciones pictóricas exaltadoras de los dones insustituibles de la Madre Naturaleza y las bellezas recónditas ofrecidas al ojo y al entendimiento.

Ricardo Wiesse

Mayo de 2019.