¿Quién es Jhemy Tineo Mulatillo? Nació en Moyobamba, en 1986, y empezó a escribir porque quería hacer algo más que solo ganarse la vida y cumplir con las obligaciones impuestas para todos. Ha escrito Los sacrificios de la carne, libro que ganó el Premio José Watanabe Varas de Cuento 2021. También es autor de Los restos de la piel, novela finalista del Premio Clarín de Novela 2024.

Jhemy tineo mulatillo. Foto: Caretas.

el protagonista "Loco libros"

Siempre que comentan la novela, se fijan en ese personaje. «Yo también soy Loco Libros», suelen decir. Creo que todos tenemos algo de Loco Libros; es decir, atesoramos una vocación silenciosa, la cual parpadea tras las obligaciones; y también está aquello de que tenemos varias máscaras: jamás somos los mismos, cambiamos dependiendo de los lugares, épocas o personas con quienes nos cruzamos. Allí está la conexión del personaje con los lectores.

¿Y cómo nació el Loco Libros? Yo tenía en mente un proyecto imposible: quería revivir a mi padre que murió joven. Él fue un maestro de escuela que le recitaba poemas a los cerdos, eso recordé cuando, merodeando entre sus cosas, salieron a la luz varios cuadernos suyos donde anotaba canciones y anécdotas, allí no solo surgió Loco Libros, sino también mi escritura.

Fue una epifanía impresionante: escribí dos libros de corrido: Los sacrificios de la carne (que ganó el Premio José Watanabe Varas de Cuento) y Los restos de la piel, finalista en el Premio Clarín de Novela. Definitivamente, ambos libros nacieron con suerte. Debe ser que Loco Libros sigue obrando en ellos. Pero durante el proceso de escritura, Loco Libros se ha alimentado de la vida de otras personas: bohemios, religiosos, profesores de colegio, escritores inéditos. Su verdadero nombre es Jesús. No obstante, para llevar ese nombre tan religioso, el personaje tiene una complejidad bastante sacrílega.

moyobamba y las sensaciones
En realidad, tanto como a lugares específicos, vuelvo a sensaciones. Los polos, el sudor y la carne formando una sola piel; el humo de las parrillas y de los juanes que se te pegan a la ropa. Y en especial, le dedico varias páginas a una zona que llamo El Hotel Mil Estrellas. En este sitio aprovecho para que la cuda merodee entre las ramas de los árboles y los amantes se amen en la privacidad del bosque. Ojalá que mis paisanos, que lean la novela, logren identificar el lugar al que le he cambiado el nombre y lo he llamado El Hotel Mil Estrellas.
"Los restos de la piel"
Son tres historias. Tres libros y cada uno de ellos puede leerse de manera independiente. Además, los narradores y estilos también son distintos. En el centro hay una especie de diario o libro de cuentos y los márgenes están formados por dos novelas cortas. En esa estructura ingresan varias dimensiones de la humanidad, vividas o malvividas por Loco Libros y los personajes con los que se encuentra. Me ha tocado descubrir que algunas de esas dimensiones humanas que aborda el libro para ciertos lectores resulta perturbador.

portada del libro


las mujeres en "Los restos de la piel"
Escribo y mi única compañía es la incertidumbre más absoluta, no hay ideas preconcebidas ni consignas. Los únicos dictados que oigo son los que hacen los propios personajes: espigo entre sus pulsiones y con los materiales que encuentro hago un trabajo de artesano; es decir, me preocupo por ofrecer no solo una historia, sino también una estructura, un lenguaje y una variedad de sensaciones.

Así que lo que pueda decir sobre los personajes femeninos nace de una reflexión de lector. Noto que las mujeres tienen un rol esencial en la novela, no por nada la mayor parte del libro está narrado desde voces femeninas. Un ave que se transforma de varias mujeres narra la primera parte del libro que se llama “Dos hombres felices”. Del mismo modo, en la tercera parte, “Los restos de la piel” una voz femenina y desinhibida cuenta el lado B de un tal Jesús nada santo. Se nota en ellas una fuerza que las obliga a ser libres y a imponer sus condiciones, esa libertad desquicia y perturba a los varones. La historia de Lucio es un ejemplo de esto que acabo de explicar. Él al verse abrumado por las impredecibles insinuaciones de Liliana, termina envuelto en una experiencia homoerótica.

el humor en "Los restos de la piel"

El humor surge de la forma de ser de los personajes, que están llenos de manías bien marcadas e hilarantes: Loco Libros siempre carga un portaminas en el bolsillo de la camisa, camina leyendo, se saca conejos de los dedos, nunca deja su lonchera llena de libros y las mujeres y la poesía lo abandonan con los pantalones abajo. Las manías de lucio, en cambio, son de otro tipo; él se la pasa rascándose la bragueta tras la maleta llena de cuadernos y lee fragmentos de la Biblia con fines sacrílegos.

Mientras escribía me di cuenta de que las escenas conmovedoras debían ser acompañadas de matices que tendieran a la ligereza. Esos contrastes causan gracia. Y me ayudó mucho también el hecho de que los personajes fueran charapas y hablaran con un lenguaje amazónico cargado de doble sentido.
desafiar el pudor
El desafío al pudor no es gratuito. Los personajes están obligados a luchar contra lo que se espera de ellos. Son religiosos ya sin fe, son maestros de escuela que han perdido la vocación o quizá nunca la tuvieron. Además, han fracasado clamorosamente en la vida. Y en el caso de Jesús, alias Loco Libros, alias El Dorian Gray Charapa, está condenado a muerte, ya no le queda nada por perder. De allí nace esa actitud políticamente incorrecta, esa transgresión que puede ser chocante para algunos lectores que se aferran a una humanidad edulcorada

foto: Mario Colán


la poesía de "Los restos de la piel"

Llegué al título buscando palabras, metáforas que englobaran lo que ocurría en la novela. Fue un trabajo bastante complicado. Me perdía entre tantas opciones posible. Al final me quedé con Los restos de la piel. Ahora me gusta más que antes el título.

En cuanto a «si la poesía un espacio relevante en esta novela». Definitivamente, lo es. Para mí, escribir un poema o una novela requiere el mismo desafío con el lenguaje. Empecé escribiendo poemas y de esa práctica me han quedado algunas malas costumbres: escojo cada palabra como si me estuviera jugando el pellejo.