Este taller ha sido un éxito. Se inscribieron 16 talentosos poetas y gracias a la virtualidad pudimos trabajar estando en California, San José de Costa Rica, Lima, y Nueva York, y sin importar la diferencia horaria ni el trabajo o la violencia del clima. Como todos mis talleres, este ha sido super especial: aprendí de ellos tanto como espero ellos hayan podido aprender de mi. Y por eso estoy muy agradecida. Compartir este tiempo escribiendo y pensando en poesía, renueva mis ganas de enseñar y me hace sentir como si todo empezara de cero otra vez. Comparto los logros de algunos participantes y les agradezco muchisimo por haberme permitido ser parte de su aprendizaje y por autorizarme en compartir su trabajo. Pronto haré un segundo posteo con más versos y  más poetas de LA DISCIPLINA DEL GOCE- taller de Andrea Cabel.  
Paloma yerovi cisneros


Es actriz, directora de teatro y dramaturga peruana. Ha participado en series y telenovelas en el Perú y también en Ecuador y Argentina. Actualmente protagoniza "La herencia de Flora" sobre la vida de la pionera del feminismo Flora Tristán


ADIVINANZA

Su curva reluciente

libre de p b a,

tiembla.

Ciega,

distrae a la madrugada

para que sea noche,

envuelta en el túnel de algodón

por el que arrastra

su estómago caníbal,

y arranca del pecho

el latido de cada mañana.

El único ensayo

el del silencio.

Aquí dentro llueve

la leche cortada,

el grito hondo.

Lanza voraz,

con los dientes abiertos,

la llamada del comienzo del mundo,

mientras captura, el gran biberón de leche.


MALECÓN

Desde arriba,

el mar.

No recuerdo

un día azul,

ni celeste.

Sí, la rugosidad

del cielo,

pulso de nubes

como leche.

Un paisaje mínimo,

árboles bajitos

de poca sombra,

su aridez

de costra marina.

Era la madre,

era Lima,

páramo de lluvia,

tierra baldía,

sin poder llorar.

Una pelota blanca,

regalo de la abuela,

resbala ahora

por la quebrada.

lenta, dolorosa,

cae al mar,

como un golpe

temprano.

Se la tragó

la bruma de pizarra,

el olor a pez muerto.

No recuerdo

un día azul,

ni celeste.

Sí, la ceguera

ante la niebla,

en donde brama

el miedo,

tarde es

puente del malecón,

te cruzamos,

desvaneciéndonos.

paloma yerovi. archivo personal

kenki ibañez

Sus poemas han sido publicados en revistas de Venezuela, Chile y España. Ha participado en las antologías “El mar del ángel solo” y “Aislados: dosis de poesía para tiempos inciertos”. Actualmente estudia economía.


Carta a la madre


Lima, 02 de febrero de 2022.

Seré breve. Cómo roca disparada por una honda. David y Goliat dices tú, me resuellas los salmos y proverbios que memoricé en mi niñez pero que ya no los recuerdo. Los Hermanos Ayar, El abuelo ahuyentando los loros en el maizal, 

y coincidimos.

Brevedad he dicho y ya me voy por las ramas.

Brevedad que nunca ha sido mejor dicha que por tus labios devotos cuando hacen volar gavilanes después de tanto hilar en el vacío saetas mortales que rompen como un cristal el pío pío amable que emanan botones amarillos,

trémulos,

¡¡breve, breve!! dices,

siempre lo has dicho cuando ibas un paso por delante.

Estoy escarbando como una gallina en la humedad debajo de la hojarasca,

sé que no te gusta.


Arañar también deja cicatrices en el cuerpo que araña, me tienes advertido.


Demasiadas palabras ya, dirás, la vida fuga mientras intentamos ser – reconocernos – en las palabras. Silenciosa tú te haces, te construyes – no hay otro modo -, con actos.

Sé que desconfías de las palabras, las palabras del hombre; tu fe toda está puesta en las palabras aquellas que repasas, con el corazón, tan de mañana bajo un cielo abierto que besa con rocío tu cuerpo que algún día abandonarás. Sentada ahí, bajo el limero, al costado del rosal, mientras clarea, te he podido ver desde mi ventana la última visita, pareces una virgen, pero tu gruta es mi corazón.

Esta es la herramienta que tengo, la materia con la que intento construirnos para durar un poco más allá de la vida: palabras, mamá, ¡palabras! A veces, éstas se llenan de corazón, de latido, se abren como un botón y afloran los sentimientos secretos.

Hoy, no hay hoy, si lo que se calla es el sonido del agua diáfana que alquitara, aquí en mi pecho, tu gruta: danza, su danza de las tijeras, un sentimiento verdadero.

Mamá, te quiero.

kenki ibañez. archivo personal del autor

María macaya

Nació en San José, Costa Rica, 1991


Porvenir

Retumba la luz turquesa oscuro,

se espesa en las esquinas

y alrededor de los montículos,

palacios de chatarra.

Soy minúscula silueta,

me desplazo

por arena movediza

e intento escalar

sin que los órganos azules

se quebranten.

Un viejo inodoro

es el rey del basurero

yace en la cúspide

como un serafín

de porcelana.


Secuelas


Hay escombros de ti por toda la casa. No me ha quedado más que considerarlos restos del accidente que fue nuestra despedida en el aeropuerto. La rasuradora desechable que compraste en el Combai ha llegado a tener estatus de amuleto. Tú la buscaste por ser la más barata, yo la conservo por ser la más valiosa. He pensado incluso en hacerle un domo de cristal. El cepillo de dientes que te regalé la primera noche ha permanecido, muy obedientemente, recostado al mío. Los he confundido un par de veces, pero por favor no le digas a nadie. Te lo cuento solo porque sé que te dará risa y te acordarás de aquel poema de Eduardo Lizalde que comentábamos la noche en el hotel, el que habla de como la verdadera intimidad es compartir un cepillo de dientes.

También hay un desodorante de bolsillo, con las curvas de una bala, en el. fondo de la gaveta de mi mesa de noche. Este es un gran riesgo para mí: abrirlo causaría que la imagen de tu cuerpo sudoroso sobre el mío me caiga encima, y no quiero morir aplastada. Pero hay algo a lo que puedo recurrir sin arriesgarme, tu camisa floreada de botones. Le pondremos “flores oscuras” por su fondo negro con diminutas flores verdes, rojas y azules. Sabes que este es el título de uno de mis poemas viejos, pero ahora será tuyo. Bueno, de tu camisa. Soy como un sabueso que busca sobre sus fibras los rastros de tu colonia o del olor de tu cuerpo. Los encuentro como si fueran depósitos de petróleo y los respiro.

Creo que tendrás que disculparme, he escrito un recuento de una casa vaciada incluso de sus propios fantasmas. He caído en ese cliché tan nefasto de la novia triste, pero esto ha sido mi propia culpa. Dime, dime ¿Cuándo vendrás a recoger el desorden que dejaste?

maria macaya. revista cardenal

Masiel Monserrat Corona Santos

Poeta mexicoamericana, líder comunitaria. Ha laborado en distintas instituciones como asistente, mentora, tutora y docente. Obtuvo su M.A. en Literatura Hispánica y Lingüística (Universidad Estatal de California, San Bernardino). Ha participado en el Festival Internacional de Poesía, Comala, Tercer encuentro internacional de poetas y escritores (Academia de Literatura Latinoamericana SMGE). Tercer recital de poesía sofisticada-Perú, Antología poética de poetas del Cupatitzio, Un virus sin corona II, Resilencia, Las mujeres y la poesía 2020.


EL SECRETO DE LAS DUNAS

En un mar poblado de serpientes,

el sol viaja por debajo.

A los guardianes de la noche,

llevamos dentro,

sombra de lluvia,

la entrada,

el desierto.

Cada raya,

cada nudo, nuestra historia

escondida en el vientre,

silabeando,

magia, vida, milagro.

Revelar las palabras,

el principio del fuego,

ceniza, las estrellas no ofrendan.

El secreto de las dunas,

el viento,

impalpable lagarto nocturno.

La mujer serpiente

como bocanada de semillas,

oscila en dirección del torbellino,

arena,

polvo;

forma al moverse.

Su lengua,

la fuerza de la tierra,

el arrojo del corazón sobre las piedras.

masiel. fuente: cafe de lobos

coco mártin

Coco Mártin cambia de vida, profesión, piel y oficio cada tres o cuatro lustros, en una suerte de ciclos involuntarios de reinvención ante la mortalidad; tal vez por la vana ilusión de vivir más de una vida en su tiempo. En Lima, fue un aplicado niño arquitecto, luego fotógrafo y profesor del cuarto oscuro; en Nueva York es escanógrafo, corrector de estilo y fabricante de imágenes. Un conceptual inacabado que ahora juega con palabras e imágenes en lento movimiento.


Instilar

ya no exhalan los vapores en los jardines

esos que calibran el ánimo pequeño

de los chorritos de agua

de la vereda invadida

y el transeúnte encorvado

los empleados a tiempo completo

tampoco intuyo a los vecinos

mascarilla y bolsita en mano

talón, punta, talón

paseando a sus perros

patitas cortas en mis oídos

de chisme y vaho en el parqueo

ese asfalto que entretiene

duerme aún el ojo en ristre

del veterano de guerra

pestaña fiel en el ducto contiguo al 3H

hedor tangencial de noches impares

paladar racial en tregua yace

sus malos dibujos en horas de pausa

evaden su sobrepoblado territorio

ya no se oye al insomnio encendido

el de la inquilina contigua

la del 3E con vista al Hudson

murmullos de vida pasada y televisión por cable

auriculares de voces en cuello

maltratando en garganta a su madre

ese inglés musical de la costa noreste

meses de Broadway a oscuras

de ojos empuñados

sin viajes en bus a Manhattan

el tramoyista y la barista

la pareja a tientas del universo del 3D

arruga a los choferes sin buenos días

sin músculos de goma y asientos vacíos

chirridos de frenos no irritan la calle

aquel del 3A ya ni solo murmura

aguarda paciente la medicina

años de pantuflas que le hacen bien

bruxando y mordiendo se rasca

descarga en rincón de su rubia vecina

que al laxo juguete abandona

lo seca y lo amarra

pues ya no la divierte

su tatuaje

ese del 3C en enésimo olvido

ya no pregunta mi nombre

cuerdas con desgarro de niño

quien no habita su llanto siquiera

y el rigor lo aterra

sinónimo de abuso infantil o padre ruso

clavan los pasos de la madre ausente

la que provee en madera

la 4F que flota en mi techo

desteta y huye a hurtadillas

reloj enyesado en ritmo sexual

diapasón del 3G en pared medianera

ya no despierta a mi gato

la nieta y la amante boricuas

ya no llegan como antes

rezan las pastillas y duerme la abuela

sin nubes ni magia queda

fausto ascensor se ejercita

suspiros mecánicos llegando a mi piso

canastilla de metal

recorrido de lavandería

rueda el timbrecito a mi dedo

vacío vacía el vacío

cartero o fantasma

pariente que tiene la llave

buzón en su día libre

no se oye compás ni latencia

ya todo da igual

en el ocho seiscientos

no doy a la luz ya mi tiempo

ojo angular de mirilla

en mi puerta de entrada

ausculto el sonido lamiendo

de cada avión que cae

cada noche

como buscando vida

el sueño

la vigilia

el sueño

la vigilia

el sorbo

la vigilia

el sabor de no dormir

lo sutil

coco mártin. archivo personal del autor