Nawa Isko Iki /cantos amazónicos (Lima: Hipocampo Editores, 2020) es un poemario que ha tomado varios años de depuración. Nace de la experiencia de trabajo de campo, entre el 2010 y el 2018, con la comunidad iskonawa en Callería y Chachi Bai, dos poblados en el departamento de Ucayali, a varias horas en bote de la ciudad de Pucallpa. En ellos viven los últimos miembros de los iskonawas que salieron del aislamiento voluntario en 1959, cuando fueron contactados por un grupo de misioneros protestantes norteamericanos, la “South American Mission”. Desde entonces, los 24 iskonawas que abandonaron su hábitat ancestral han vivido entre los shipibo-konibo y hoy solo quedan seis de esos abuelos. 

En este maravilloso poemario, José Antonio Mazzoti, académico y poeta, miembro de la llamada “Generación Poética del 80”,  compañero de ruta de movimiento Kloaka (1982-1984), especialista en literatura colonial, poesía latinoamericana contemporánea, autor de Coros mestizos del Inca Garcilaso: resonancias andinas (1996) y Encontrando un inca: ensayos escogidos sobre el Inca Garcilaso de la Vega (2016), dos de los libros fundamentales de los estudios garcilasistas de las últimas décadas, trabaja desde hace más de veinte años trabaja en proyectos para preservar la tradición oral iskonawa. Nuestra entrevista es a propósito de su más reciente libro. Una maravilla que merece leerse una y otra vez.

portada

Nawa isko iki

“Nawa Isko Iki” significa literalmente “soy del pueblo o de la gente isko”. Es una forma de reivindicar el legado cultural de esa comunidad, en la que tuve la fortuna de forjar hermosas amistades. Sin duda, la frase sirve tanto para situar al yo poético como para vincularlo al lector. De ninguna manera se pretende representar a la comunidad iskonawa, sino solamente visibilizarla dentro de los modestos alcances de la poesía. Sabemos que esta tiene una difusión muy limitada, incluso frente a otras formas literarias como la novela. 

Me pareció importante dejar un testimonio personal (y el libro no es mucho más que eso) de la rica e impactante experiencia del contacto continuo con los hermanos iskonawas, que han sufrido históricamente una postergación clamorosa y, a pesar de ello, han podido mantener su valiosa herencia como muestra del amor a la Amazonía, a su grupo humano y a la imaginación que los caracteriza.

pájaro páucar que iniia el mito 

el universo del poemario

Todos los poemas han requerido un trabajo de adaptación, corrección y transformación de los originales, que a su vez son versiones libres en castellano de relatos en lengua iskonawa. A partir de esos relatos fui buscando ritmos que de alguna manera reflejaran la intensidad de las historias. Varias de ellas son mitos de origen (el del pájaro isko, por ejemplo). Otros son anecdóticos (como el del pelejo grande). En varios casos más simplemente echo mano de otras fuentes, ya fuera de la recopilación iskonawa, para re-crear historias comunes a diversas lenguas y comunidades amazónicas (es el caso del chullachaqui o del delfín rosado seductor de mujeres, verbigracia). De los diecisiete poemas del libro, dieciséis se sitúan en el universo imaginario amazónico. 

El último, titulado “el río místico”, ya habla del regreso a la ciudad, a la vida cotidiana y las labores propias de un intelectual en el siglo XXI, pero sin olvidar nunca el resplandor de la experiencia vivida, que por cierto, no es completamente novedosa en mi caso. Desde niño he tenido la suerte de vivir por largas temporadas en la selva y sierra peruanas, gracias al trabajo de mi padre como astrónomo y cartógrafo. De modo que ya tengo entrenamiento en entrar y salir de las distintas realidades peruanas e internacionales.

“Aviso al lector”

En el “Aviso al lector” que encabeza el libro, se dice algo muy claro: “Entre la poesía y el relato mítico (que es una de las formas más antiguas de la poesía), los cantos de este libro se fueron construyendo libremente, en su mayor parte inspirados en narraciones ya existentes, pero transformándose de acuerdo con mi propio ritmo y sentido de la composición, a veces citando, muchas otras inventando”. Es decir, identifico algunos rasgos de la tradición oral de estirpe ancestral con formas del pensamiento poético moderno. Esa fue la analogía que me interesaba resaltar mientras componía los poemas, a los que, quizá algo ambiciosamente, llamo “cantos”. 

A la vez, señalo que “los legítimos transmisores de estas historias son los últimos hablantes del iskonawa”, lo cual apunta a que no me interesa sustituir o apropiarme de una representación del pueblo iskonawa, sino simplemente trazar un camino paralelo, que en todo momento reconoce la preeminencia de la fuente original. Las analogías entre ambos discursos han sido trazadas desde hace mucho por diversos estudiosos.

los iskonawa. fuente: utero

el asombro original
En esencia, en este poemario me interesa mostrar la capacidad de invención y el maravillamiento que producen elementos y eventos del mundo natural, que a veces adquieren una conformación animada como animales o seres fabulosos, con personalidad propia e influencia directa en la vida de los seres humanos. Ese asombro original es el que se ha perdido en el mundo occidental tras siglos de secularización y racionalismo y, sin embargo, es una de las manifestaciones humanas más ricas, capaz de explicarnos la necesidad de situarnos frente a la naturaleza y el cosmos en general no en una relación de enfrentamiento, sino de pertenencia y respeto

niños de la comunidad iskonawa. foto: archivo del autor

más allá de la traducción

Los seres vivos de los poemas aparecen como sujetos plenos, con su propia personalidad y su propio lenguaje. No estamos ante una descripción antropológica ni un distanciamiento desde la perspectiva de las distintas voces poéticas que aparecen el libro, es decir, no intento mostrar de manera clara una prevalencia del yo occidental, sino dejar que los personajes hablen, desarrollen sus propias relaciones, aunque algunas de ellas puedan parecer extrañas y hasta desagradables para determinados lectores. Los sujetos de los poemas simplemente dialogan e incluso asumen su propio vocabulario en iskonawa, aunque eso dificulte la comprensión del lector occidental. 

Pero ese también –debo reconocerlo– es un recurso estilístico. Antes se solucionaba la comprensión del lector con un glosario al final. Yo preferí prescindir de ese glosario justamente para reforzar el efecto de extrañamiento y sorpresa, desestabilizando la seguridad epistémica del lector y empujándolo a que se preocupe de deducir los significados de los vocablos y expresiones iskonawas dentro del contexto de cada poema, prestando atención a su sensualidad inherente, a su sonoridad extraña y a la vez sugerente como vocablos iskonawas, sin necesidad de traducción.
más allá del paraiso masculino fornicatorio

Con respecto al tema sexual, hay que decir que este permea muchísimas instancias de la vida en general, no solo la amazónica. En los mitos y personajes que re-creo hay una sexualidad fuerte, que motiva y determina el desarrollo de algunas de las tramas en los poemas. En algunos casos hay incesto, zoofilia y hasta lo que algunos llamarían simplemente perversión. En otros hay poetizaciones de seducciones típicamente heteronormativas. 

Lo que interesa es mostrar esas relaciones en su belleza y su crudeza, y a la vez salir del estereotipo limitante de que en la Amazonía las mujeres son únicamente hipersexualizadas, como si se tratara de una especie de paraíso masculino fornicatorio. 
En varios de los poemas las mujeres son sujetos de su destino o deciden actuar en función de su comprensión de la naturaleza. Al final, más que de temas, la poesía es una cuestión de ritmos. Cualquiera que sea el contenido, el poema trata de darle una forma adecuada. Espero haber cumplido, al menos en parte, con ese cometido
y ¿san juan de la cruz?

Como se indica en el epígrafe del libro, “A la tarde de la vida / te examinarán en el amor”. Es del gran místico español San Juan de la Cruz. Lo que quiero decir es que el libro es un acto de amor en sí mismo, la manifestación artística de mi agradecimiento a los amigos iskonawas por haberme llenado de vida e imágenes poéticas que en la limitada modernidad occidental escasean o se repiten. Ya el simpira o el chullachaqui decidirán si pasé la prueba.

libro abierto


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