Nací en Lima, en 1988, tengo 32 años, he vivido casi toda mi vida en el Rímac y soy hincha hasta el tuétano de Alianza Lima. Tengo una hija de siete años, Ana Sofía, un sol que ilumina a quienes tenemos la fortuna de ser parte de su vida. He publicado tres libros: Mario Vargas Llosa para jóvenes (2012), Las palabras de Victoria (2016) y Causas y azares. Cien anécdotas de personajes peruanos del siglo XX (Debate, 2020). Soy productor y conductor de Malambo, programa que se emite a través de Radio Filarmonía; y colaborador regular de Letras en el Tiempo, bajo la conducción de Patricia del Río, que se transmite a través de RPP. 

el autor en camagüey, cuba. foto de Diana Plfucker.

Si bien todo mi trabajo está orientado a la cultura peruana, otro país con el que me siento profundamente identificado es Cuba. Soy ateo y socialista: mi fe está puesta en el ser humano y en la necesidad de luchar por un mundo mejor
tu propuesta

Causas y azares es un libro que reúne cien anécdotas de personajes peruanos del siglo XX. Pudieron ser más, pudieron ser otras, pero estas son las que “sobrevivieron” al extenso proceso de selección de siete años. 

LRP en Santa Beatriz. creditos: archivo del autor

El criterio para seleccionar una historia es, en primer lugar, que esté bien contada; posteriormente busqué darle representatividad a esa muestra, buscar diversidad de épocas, disciplinas, procedencias. No es posible sintetizar en cien anécdotas la historia del Perú del siglo XX, pero sí es posible aproximarse a él —a la experiencia de algunos de sus personajes y acontecimientos representativos— a través de esta selección. En tanto obra de estructura abierta, resulta por lo tanto permeable y finalmente discutible.

el valor de la primera persona

No abundan los anecdotarios en el Perú. La mayoría, de escaso impacto y tiraje. Una de las excepciones es la del Anecdotario histórico del Perú (1976), de Alfredo Rebaza Acosta. Este libro reúne cientos de historias contadas por su autor a partir de una premisa dada por Federico More: aprender las historias (leídas o escuchadas) y contarlas añadiéndole insumos propios.

Leí este libro cuando ya tenía bastante avanzado el mío, y su lectura me sirvió para reivindicar la decisión que tuve desde el principio: yo no contaría las historias, sino que serían los propios personajes quien lo hagan.

 Eso diferencia a Causas y azares de todos los anecdotarios que he visto publicados en el Perú, que son contados por una sola voz. En el caso de mi libro, son cien historias contadas por sus protagonistas o testigos, son cien puntos de vista, son cien sensibilidades distintas. El valor de la primera persona no tiene precio, de tal modo que no podía darme el lujo de interrumpir un encuentro tan rico entre el personaje y el lector.

la plusvalía de la historia

Cada episodio de Causas y azares cuenta una historia desde una perspectiva única. Como he planteado en la introducción del libro, “cada anécdota viene con su propia plusvalía”, es decir, cada una viene acompañada por su respectivo elemento añadido: un punto de vista particular, con las filias y fobias propias de quien enuncia. En ese sentido, encontramos muchas historias que son la versión de una de las partes vista a posteriori. Esta puede ser favorable o no para el aludido, pero esta versión es valiosa en tanto corresponde a una de las partes implicadas.

Cada voz que cuenta una historia indefectiblemente socratiza a los personajes de su historia: les atribuye actos, palabras, intenciones… Por eso, este es un libro de versiones en el que cada lector o lectora desarrolla su propio camino, su propia investigación y establece sus propias conclusiones.
¿anécdotas conmovedoras?
Las que podría citar con mayor énfasis son: Arturo D. Hernández sufriendo el desprecio de su abuela; César Vallejo bailando encima de su sarita, cantando, evocando a su pueblo; Victoria Santa Cruz siendo discriminada por sus amigas del barrio; la agonía y muerte de José Carlos Mariátegui; Carlos Gassols enterándose de la muerte de su ídolo Carlos Gardel; Cecilia Heraud contando cómo su madre —sin saber aún de quién se trataba— se enteró de la muerte de su hermano Javier; Galeano frente a Onetti evocando los diarios finales de José María Arguedas… No está de más leer el libro con un pañuelo a la mano.
Haya de la Torre, más allá del apra

Haya de la Torre es un personaje fascinante, plagado de acontecimientos y anécdotas. Pero el Haya que más me interesa no es el santificado por sus devotos sino el que fue antes de esa idolatría, cuando aún era joven, intrépido e impetuoso.

En esa época —precisamente, en 1913— conoció en Trujillo a César Vallejo, entonces de 21 años.

fuente: limagris


Ambos, además, llegaron a Lima en 1917 y partieron al extranjero en 1923: Haya volvió en 1931 y César Vallejo no pisó más el Perú. Se conocieron cuando nadie los conocía y mantuvieron el aprecio a pesar de las progresivas distancias ideológicas. Un aspecto interesante en este libro es que muchos de los personajes ahora icónicos aparecen en situaciones o contextos mundanos, podríamos parafrasear, “cuando eran jóvenes e indocumentados”. En este caso es la anécdota de Haya y Vallejo, pero también están la que reúne a Haya, Sánchez, Porras y otros en una misma sala de lectura, o la que abre el libro y cuenta el inicio de la amistad entre Riva Agüero y Belaunde. 
pintura, pintores y amor
Anécdotas sobre pintores hay varias. Aparecen Sabogal, Julia Codesido, Sérvulo Gutiérrez, Víctor Humareda, Camilo Blas, Enrique Camino Brent, Fernando de Szyszlo. Son personajes intensamente anecdóticos. Pero anécdotas amorosas, creo que solo hay una: la que cuenta María Wiesse respecto a su amado compañero, José Sabogal. La tomé del testimonio escrito por Wiesse semanas después de la muerte del pintor, José Sabogal: el artista y el hombre, del cual tomé dos anécdotas, una de ellas prevaleció ante otras opciones al notar que hay muchas historias afectivas, pero ninguna vinculada al amor de pareja. Con la excepción de esta.

maria wiesse y sabogal. fuente: la república


planes a futuro
Causas y azares es un libro de estructura abierta: se podrían hacer varios volúmenes con la misma dinámica o plantearlo a partir de temáticas más específicas: solo escritores, solo pintores, solo mujeres, por citar algunas opciones. Ahora estoy reuniendo una selección de frases, sentencias y reflexiones sobre el Perú hechas a lo largo de la historia, también por personajes de múltiples disciplinas y épocas. También voy a retomar los recorridos que hice a través de libros y autores peruanos. Esta vez llevaré a cabo el recorrido de Un mundo para Julius (1970), de Alfredo Bryce Echenique.
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Cuando llegué a París en 1949, me di cuenta de dos cosas: que no sabía pintar y que era latinoamericano. Eso fue fundamental. Es curioso, a pesar de los pocos años que pasé allá, ellos ocupan un espacio muy grande en mi memoria, fueron años importantes. Descubrí la pintura. Nunca había visto un Rembrandt, ni un Van Gogh. Recuerdo cuando en el Museo de l’Orangerie encontré un retrato de Van Gogh, una cabeza con estrellas atrás, sentí que la piel se me erizaba.

Contaba con una modesta renta de 90 dólares que me servía para morirme de hambre. Como era un engreído chico de clase media al que tenían que rogar para que comiera, fue difícil, pero aprendí a aguantar. Una vez en Florencia me salió un absceso en la garganta y, ya cuando no podía comer, tuve que ir al médico, quien me dijo que obligatoriamente había que operarlo. Me dio dos presupuestos, esas cosas que solo pasan en Europa: uno de doce mil liras con anestesia y otro de siete mil sin anestesia. Consultamos el bolsillo, vendimos el radio que teníamos y juntamos las siete mil liras. Después de la operación, me tuve que regresar a pie hasta mi casa, que quedaba como a diez kilómetros. No me quejé de que la vida me enseñara a mirar la realidad. A saber, cómo son las reglas de juego.

Fernando de Szyszlo en parís. foto tomada de: http://triunfo-arciniegas.blogspot.com/



Fuente: Élida Román, «Fernando de Szyszlo: literatura e imagen», La Casa de Cartón de OXY, II época, n.° 8, Lima, verano de 1996, p. 42.


Foto de portada tomada de Caretas