Miguel Gutiérrez Chero es periodista, fotógrafo y estudiante de la Maestría en antropología visual de  la PUCP. Trabaja temas de memoria, derechos humanos y desarrollo comunitario. Ha sido Investigador del Archivo Fotográfico Histórico de Huanca Sancos, en Ayacucho (2016) y fue comunicador de la CASA MUSEO JOAQUÍN LÓPEZ ANTAY también en Ayacucho (2017). Asimismo, por su interés en los estudios de la memoria y en el cumplimiento de los derechos humanos, participa de la Coordinadora Contra la Impunidad. También ha sido voluntario para el Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF) y el Museo Itinerante Arte por la Memoria. Finalmente, como  fotógrafo ha realizado talleres de fotografía participativa en diferentes partes del país como Ayacucho, Chimbote, Lima y Pisco junto a organizaciones sociales y estatales. 

MIGUEL GUTIERREZ. ARCHIVO PERSONAL

En esta entrevista conversamos sobre tres de sus minidocumentales en los que se desarrolla tres historias sobre comunidades alto andinas que enfrentan al cambio climático desde la agricultura familiar. Miguel realizó su investigación a lo largo de 4 meses (desde la pre-producción hasta el montaje final). En dos de las historias tuvo el valioso apoyo de Pamela Carrasco, una periodista y fotógrafa que lo acompañó y asesoró en los viajes a Huancavelica y Ayacucho.

"Si el campo no produce, la ciudad no come”

La ONG  "Movimiento Ciudadano  Contra el Cambio Climático" (MOCICC) me planteó desarrollar este proyecto. Y, en principio se planteó recoger tres historias con tres enfoques: los saberes ancestrales, el cuidado de la biodiversidad y la necesidad de la sostenibilidad de los mercados agrícolas. La idea principal fue planteada por Romina Rivera, directora de la institución, quien señaló una premisa básica y urgente de considerar: “Si el campo no produce, la ciudad no come”. Desde allí se partió en la búsqueda de testimonios que puedan ayudarnos a contarse a sí mismos desde lo que están haciendo como individuos y como comunidad. 


Más allá de las masas

Mi propuesta fue la microhistoria y la historia de vida, que es la idea de mirar a través de los individuos los procesos históricos, sociales, políticos y económicos que les suceden. Podría aplicarse aquí la frase: “para muestra, un botón”, pues no solo se trata de ver el proceso en cifras ni identificar únicamente las problemáticas que afectan a las grandes masas, sino ver a través de la afectación del individuo, de como sufre, vive y enfrenta estos procesos una persona, y desde allí ver a la familia y luego la comunidad. 


Los minidocumentales

Decidí hacer estos minidocumentales en principio porque fue un ofrecimiento de la institución, pero además porque siento que aplicar la metodología de microhistoria o historia de vida desde el audiovisual me permitiría contarle mejor a la gente lo que está sucediendo con el cambio climático en los andes, lejos de las ciudades que no se ven tan afectadas como Lima. Además, siento que tengo una gran deuda como fotógrafo, pues estas no llegan a mucha gente, tanto por las limitaciones de una galería, que estaría restringida a un espacio geográfico determinado, pero también porque las fotos en redes no tienen el contexto ni la narrativa del audiovisual, pues cada imagen es tomada como una unidad y calificada más por su valor estético más que por su discurso conjunto. 


el valor de lo que dicen ellos
Es preciso recalcar que las historias son narradas por los propios campesinos y campesinas, en el caso de la feria de Mucuro es narrada por una de las responsables del proyecto, pero también los comuneros y comuneras cuentan sus necesidades. Creo que eso es lo más importante de estas historias, si bien yo reorganizo la historia en el montaje, no es mentira nada de lo que dicen, cada idea, frase y palabra sale de ellos mismos. Creo que eso es algo invalorable, porque no lo dice un periodista que va de visita, lo dicen quienes viven allí”.
Valorar al campesino

Es necesario ver de manera urgente, todo lo que está sucediendo y todo lo que ya están haciendo, ya que, como dice Don Jacinto de Cusco: “hay que valorar al campesino”. Es decir, el proceso no es netamente un cambio de actitud o de cuidado de nuestros hábitos, sino de un cambio político respecto al valor que deben tener nuestros hermanos y hermanas que labran la tierra. 

Debemos darles el valor que se merecen como conocedores del clima, de la biodiversidad, pues son profesionales del campo, aunque no tengan un título de ninguna institución. Únicamente si los vemos de esa forma, sabremos que sus reclamos, sus esfuerzos, sus luchas son válidas, y que merecen recibir todo nuestro apoyo.