Sebastián nació en 1987 en Quilmes (una ciudad a 30 minutos al sur de Buenos Aires). Estudió Letras y actualmente es profesor de Literatura en Bowdoin College, en el estado de Maine, Estados Unidos. Le encanta traducir poemas u otros textos del inglés al español y es un amante del fútbol. 

sebastian urli. archivo personal

Sebastián y yo nos conocimos en la ciudad de Pittsburgh hace más de 7 años y los dos obtuvimos la Maestría y el doctorado en la Universidad de Pittsburgh. De más está decir que en esos años sobrevivimos a las diferentes y múltiples dificultades que implicaba no solo el programa en sí mismo (leer hasta el infinito, y seguir) sino a todas las complejidades que lo circundaban: el clima (extremo), los aumentos en la renta por el uso desesperado de la calefacción, el intento por encontrar una dieta medianamente sana, el intento por ser uno mismo en un espacio lleno de intersecciones. En fin. La lista es larga.

Sebastián, entonces, como todos los (buenos) poetas, es un estoico sobreviviente. Uno que hace de las desventajas su mayor fortaleza, y que incluso se divierte de los límites, de las cuestas arriba, de las distancias y de su vértigo. Confieso pues, haber aprendido mucho de él, y conservar el aprecio y la admiración intactas. Más aún ahora, que ha publicado su primer poemario: Diagnóstico (Buenos Aires: Ed. Zindo & Gafuri, 2018) y que al leerlo me ha sorprendido gratamente. Comparto con uds. sus versos y nuestra conversación.

la poesía y la docencia: desafíos constantes
Me gusta pensar la enseñanza y la poesía como un continuum en tanto que son actividades que, en mi caso, funcionan como espacios de libertad y cuestionamientos muy intensos, como una forma de inconformismo o una manera de desmarcarse de ciertas ideas preconcebidas o prejuicios y como espacios en los que además de pensar uno es constantemente interpelado, desafiado (por el lenguaje, los y las estudiantes, etc). 
El nacimiento de "diagnóstico"

Creo que el libro se fue formando a partir de deseos y temores varios, de placeres y frustraciones no siempre claros, algunos vinculados con obsesiones personales, con la familia y el paso del tiempo y con cierta inquietud frente a la repetición y a la diferencia en torno a la identidad y al lenguaje.  

En fin, reflexiones y sonidos que de algún modo pedían o sugerían una continuación en el poema, en el espacio y en el momento de la escritura. Y en cuanto al tiempo de composición diría que tardé entre dos y tres años pero la escritura es muy difícil de encasillar en límites precisos porque hay cosas que están ahí desde hace mucho y otras que se actualizan y cambian en cada lectura que uno hace de los demás y los demás de uno.

la lluvia y el jazz: El mood del poemario
La lluvia (y en esto creo que se acerca al azul) responden más a un mood, tal como puede ocurrir en el jazz. Son elementos que sugieren un modo de relación de las cosas dentro del texto sin por eso perder su propio valor en tanto palabras (o incluso, y para decirlo mejor, en tanto experiencias) que tienen su historia, su densidad y sobre todo su textura sensitiva, sinestésica: suenan y nos tocan de un modo peculiar. 
dos poemas y el arte de migrar
Es interesante que pongas en relación “Miami” con “Voluntades” porque hay algo que no había notado y que creo resume bastante bien esa experiencia de emigrar a otro país para vivir una vida distinta en un lugar donde nadie te conoce y el desarraigo que eso supone: viajar y tachar son formas de desplazarse. Por una geografía, por una lengua, por el deseo. Una forma, si querés, de trabajar los restos de una experiencia pasada y las posibilidades nunca del todo aprehensibles de una experiencia nueva.
la influencia de mario montalbetti

Lo de Montalbetti es curioso porque “Paisaje de invierno, reciclado” fue uno de los últimos poemas que escribí y hasta ese momento no había leído la obra de Mario. Debo decir que en un año leí casi toda su obra, a la que he vuelto varias veces desde entonces, y quizás por esa experiencia intensa de lectura y por los poemas que mencionás pueda hablarse de su influencia aunque no sé cuán exacto sea eso o cuánto pueda decir yo sobre eso.  

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el lenguaje, la lluvia y montalbetti

Y con respecto al lenguaje y a la lluvia creo que son dos de las tantas obsesiones que aparecen (el color azul sería otra) y que de algún modo responden a dos obsesiones mayores y complementarias: la idea de la repetición y la diferencia que te señalaba antes y la de la obsesión misma, una especie de obsesión por la obsesión, por las formas que esta adquiere y por cómo diferencia o intensifica cosas al repetirse.

Llueve y el lenguaje se moja, es otra cosa ya, pero no deja de ser lenguaje, no dejan de estar ahí la palabra lluvia o la tachadura de esa palabra. Montalbetti es lingüista y, como él sabe y manifestó en el título de uno de sus libros, el lenguaje es un revólver para dos. Lo que habría que ver es quiénes son esos dos, si es que son algo, y hacia dónde apunta ese revólver, si es que efectivamente apunta en alguna dirección. Dicho de otro modo: qué cosas nos hace el lenguaje y qué le hacemos, cuando leemos y hablamos y eso que se dice nos conmueve

mario montalbetti. LINGÜISTA y poeta. fuente: revista desastre

la obsesión y su manifestación

Creo que la idea de diagnosticar es compleja porque se puede abordar desde varios lugares: el de aquel o aquellos que determinan lo que es un diagnóstico (incluido también el inconsciente colectivo de una sociedad y su reproducción en ciertas instituciones o en su resistencia frente a ellas); la patología que supone el diagnóstico, aquello que lo determina como tal cosa o tal otra; y aquel o aquellos a los que se diagnostica con esa patología. 

Y en este sentido, lo que me resulta fascinante es la obsesión misma, su manifestación, los canales por los que se mueve, sus formas de operar, y, sobre todo, esa imperiosa necesidad de desplazarse para repetirse o intensificar algo sin por ello dejar de moverse de manifestación en manifestación. 

No tanto el diagnóstico entonces, sino la obsesión que le da forma a ese cruce de intensidad y desplazamiento. En ese sentido, y no sé si tendrás la misma sensación, a veces creo que somos una sociedad que diagnostica más que lo que comprende, con una premura que impide pensar la obsesión que subyace ciertas experiencias, por no decir todas, y que anula no solo ciertas formas de la empatía sino también de la conmoción. Quizás sea tan solo eso: una sensación, una simplificación mía. Sea como sea, ojalá que la poesía y las escrituras que nos interesen sigan otros derroteros.

POEMA

"Bilis"

Te paralizan, te destruyen:

algunos las llaman

las heridas del cielo.

Pero el cielo es demasiado cielo

para ser también su herida.

Por eso es mejor decir la verdad

y morirse de nostalgia en un poema

o en un circo

o en un cuarto vacío.

Aunque pensándolo bien

un cuarto vacío es también un rostro

el dolor de las sombras en el rostro,

el deseo de salida del poema.


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