"La de López Degregori es -ya lo he dicho- una empresa radicalmente original en nuestra poesía. No le veo antecedentes, no se puede captar en estos textos ninguna influencia directa. Está en efecto lejos de todo y en especial de las formas, los temas y las referencias culturales de los coetáneos del poeta que escribían en los años setenta". 

Con estas palabras, Américo Ferrari nos roba la presentación que quisiéramos dar a un poeta que, a diferencia de muchos, no tiene una zona de confort, o, dicho de otro modo, hace de su poética un movimiento continuo, una zona siempre múltiple. Sus poemas yacen incrustados de otras poéticas visuales (fotos, fotos intervenidas, dibujos sobre otros, etc.), además de narrativa, prosas híbridas, e imágenes poderosas que sorprenden no solo por su rigurosidad en la palabra, sino por su comunión y diálogo con otras artes. 

En esta línea, conversar con Carlos López sobre su más reciente y único libro, "Lejos de todas partes", ha sido una intensa aventura. Después de todo, 500 páginas de poesía escrita a lo largo de 40 años, es, sin duda, para celebrar. 

Esta entrevista que, al menos en un inicio fue breve, se convirtió en más de 6 páginas transcritas en una letra menuda que nunca tuvo descanso. Agradezco por el privilegio que me concede el poeta, por su tiempo, y sobre todo, por permitirme conocer más y mejor de su poética, que leo, y releo, desde hace mucho. 

versos del poeta, y collage elaborado por su hijo, mateo. fuente: archivo


los relojes del docente y del poeta

Por esos hilos del azar, el mismo año que publiqué Un buen día, mi primer libro, empecé a trabajar en la Universidad de Lima. Con la excepción de un año en España para un posgrado. Lejos de todas partes ha crecido a lo largo de cuarenta años y en ese mismo tiempo he enseñado cursos de Lenguaje y de Introducción a la literatura, siempre en Estudios Generales. Siento que en mi caso no puede reconocerse una intersección entre la docencia y la escritura poética. Son dos  estancias divididas, y uso la palabra estancia en el sentido de ámbito y también en el de estar. 

El profesor trabaja regularmente y sigue ese gran reloj que marca los ciclos del año académico. La escritura a veces irrumpe, cada cierto tiempo reaparece y mueve mi mano y me hace escribir con los ojos casi entrecerrados. El profesor se repliega hasta casi desaparecer, y surge el extraño que toma un lápiz y esboza textos siempre a mano. Soy uno de los pocos que aún cree en el “dictado”. Tengo un solo poema en el que me veo como profesor. Se trata de “esquema canónico” y está en La espalda es frontera. Que acuda allí el lector que quiera atisbar estos dos ámbitos. 

Reconozco también que mi trabajo docente –por el tiempo del que puedes disponer y porque resuelve tu cotidianidad– me ha dejado el tiempo para seguir con la escritura sin urgencias. Probablemente con otro tipo de actividad, esto no habría sido tan sencillo. Finalmente me gusta enseñar y siento que es la mejor ocupación que me ofreció la realidad.

tu escritura / Eguren / tus personajes - yo poéticos
Mi escritura es aufágica, cada libro devora e incorpora al anterior. Al mismo tiempo es el devenir de una existencia, no en el sentido de articular una biografía, sino de seguir los pasos de un personaje que tiene la capacidad de las mutaciones –o conversiones, como señala el título de mi segundo poemario–. 

Es un personaje escindido, fragmentado, nebuloso, enmascarado que busca reconocerse y que no puede hacerlo. Es un extraño o muchos extraños que comparten ese extrañamiento al que te refieres. Incluso, si miro la ilustración de la carátula de mi primer libro, descubro que el desdoblamiento y la escisión ya aparecen.

Es el dibujo de un doble ángel con la cabeza cubierta que se desdobla en espejo por los pies. Dos contrarios que coexisten y se enfrentan. Y en 1978, aún no tenía claro lo que sería mi proyecto poético. Es el primer signo de lo que vendría después: la verdadera realidad de mi sistema poético está siempre en otra parte y también el “yo poético” o personaje. Hacia allí se encamina mi escritura.

De otro lado, reconozco que hay una afinidad con Eguren, no a nivel de lenguaje o construcción del poema, sino al recurso de usar personajes y también una especie de historia ambigua con grandes porciones desconocidas.


el único libro escrito es este
El título de mi único libro es fundamental: Lejos de todas partes. Lo utilicé en 1994 para la primera reunión de mi poesía. Refuerza la idea de lejanía y extrañamiento geográfico, cronológico, biográfico y también lingüístico, lejos de las propuestas y poéticas de mis contemporáneos. Creo que tengo una poética singular, hasta “rara”, usando la expresión de Rubén Darío. Pero esa diferencia me enorgullece. La mayor virtud que puede conseguir un autor es articular un estilo singular y difícilmente transferible.

fuente:  libros a mi


11 libros reunidos en 500 páginas: poesía solo poesía
Sí, son once vueltas de una espiral. Y aunque hay un eje unificador, he tratado de ensayar distintos registros formales: el poema breve y hermético o algunos un poco más extensos y que se presentan como series, escrituras fragmentarias, desarrollos narrativos, elementos espaciales y visuales, el verso y el poema en prosa. Siento que con el paso de los libros ha cobrado más fuerza el hilo de una historia que se adivina, aunque nunca se resuelve. 
ese precario dinamismo

Esa foto de Herman Schwartz fue tomada en Punta Rocas, en invierno, por eso el saco que es casi un abrigo. Edgar O´hara estaba preparando un libro de entrevistas que años después salió bajo el título de “Partición de los bienes”. Estába en las rocas y con la humedad resbalé, aunque no llegué a caer al agua. Herman registró justo ese instante y me alcanzó una copia años después que está enmarcada en mi estudio.  

Cuando se publicó Retratos de un caído resplandor, el 2002, sentí que esa imagen era la que encarnaba el dinamismo del personaje: el destino de caer del cielo al mar, de estar siempre en un precario equilibrio, en una posición armónica y desarmónica al mismo tiempo. 

La descomposición la trabajamos con el editor, Guillermo Cebrián que en esa época tenía la editorial Santo Oficio. La fragmentación, casi el descuartizamiento refuerza mi poética, tanto para ese libro, como para todo Lejos de todas partes. Ese diálogo gráfico lo he intentado varias veces: otro ejemplo puedes hallarlo en el collage de La espalda es frontera (ver abajo)
el lugar de la narrativa en "Cielo forzado"
Mis primeras lecturas fueron de narrativa y siempre he seguido alimentándome de ella. Prefiero el cuento a la novela y en este momento estoy revisitando a algunos autores del siglo XIX como Mauppassant y Chejov. Me apasiona también la narrativa fantástica y la lectura del ensayo literario. En este momento me interesan esos textos híbridos que se sitúan en la intersección de los géneros. 

Por cierto, algunos de los textos de mis libros casi podrían ser considerados como pequeños relatos con un aliento poético y una extrañeza muy fuertes. Y yo no encuentro ningún inconveniente que compartan su espacio con textos de otra naturaleza. Si revisas Cielo forzado, por ejemplo, puedes ver esta pluralidad de registros. 

lo que escribes hoy
En este momento, estoy trabajando lentamente un libro que fusiona núcleos ficticios, testimonios, sombras memoriosas reales o inventadas, líneas reflexivas y poemas en prosa. Ya tengo esbozados más de treinta y cinco textos y algunos han aparecido en revistas. El libro se titula A mano umbría y no sé cuándo deba cerrarse. Lo veo como un espejo que se enfrenta a Lejos de todas partes. Es como si el ángel de la ilustración de mi primer libro hubiera reaparecido. O es mi “lucha con el ángel”.
la arquitectura de sísifo

Muchos de mis poemas señalan algo incierto e inquietante que está en otro lado y hacia allí se encamina el personaje o el yo poético. 

El paratexto visual de La espalda es frontera fue concebido como un arte poética para ese libro y que también funciona como síntesis para todo Lejos de todas partes. Es un collage que elaboré. Tomé una perspectiva interior de un libro de dibujo arquitectónico; por eso las líneas, los cálculos y vértices. Y una perspectiva tiende a un punto focal que está en el infinito. 

collage elaborado por el poeta

En esa habitación pegué la imagen de Sísifo que recorté de un antiguo libro de mitología. Está de espaldas cargando su roca y esforzándose por atravesar la puerta. Hacia allí se encamina con esfuerzo, aunque nunca logrará trasponerla. Eso es la escritura poética: encaminarse hacia ese lugar desconocido que te imanta; tratar de llegar allí, aunque sabes que nunca podrás alcanzarlo. 

Sísifo nunca llegará. Yo no sé si llegaré. O tal vez sí, en el instante en que deje este mundo.

los años 70 (el nadaismo) y la formación de una sensibilidad

Por razones familiares, viví en Colombia del año 73 al 77 y ese es otro azar que marca mi propuesta poética porque me alejó de la corriente poética dominante en el Perú, aunque obviamente había leído con detenimiento En los extramuros del mundo y Un par de vueltas por la realidad. Pero en Colombia también me sucedió algo singular. 

Cuando llegué aún tenía mucha fuerza la propuesta nadaísta y el primer libro que compré en Colombia fue Los poemas de la ofensa de X-504. El mejor y más complejo de los nadaístas. No me identifiqué con la poesía nadaísta, entonces, ni con el discurso conversacional tan en boga entonces. Mi sensibilidad, mi capacidad de establecer redes y analogías iba por otro lado.  

hace algunos años. el poeta. fuente: archivo personal

Prefería a Baudelaire y a Rimbaud, a Pessoa, a Eliot, a Paz y Juarroz en la poesía latinoamericana. Leía también obsesivamente a Kafka, literatura gótica y fantástica del XIX y a algunos autores del Boom. En Colombia descubrí a Álvaro Mutis y sentí que por allí había una resonancia. No creo que ninguno de estos autores esté presente en forma directa en mis textos, pero todos ellos han contribuido a formar una sensibilidad.


el primer poema (con ron y coca cola)

Cuando regresé a Lima, el 77, estaba totalmente desvinculado de la poesía peruana y nuevamente el azar intervino. Yo conocía de mi época sanmarquina a Enrique Sánchez Hernani y casi desembarcado del avión me llevó a una fiesta de año nuevo en la casa de Edgar O´hara. Allí estaban casi todos los poetas del segundo bloque del setenta. Entre la euforia y el entusiasmo, terminé esa noche formando parte de La sagrada familia. 

Fue una experiencia muy estimulante, aunque mi poesía iba por otro camino, en esa época escribía unos textos casi metafísicos y de la escisión de la identidad que son los que recoge Un buen día. Participé unos pocos meses en el movimiento y me alejé en muy buenos términos del grupo. Aún sigo siendo amigo de todos ellos. 

edgar ohara, carlos lopez y roger santivañez. fuente: archivo fotográfico de Carlos Orellana tomada en 1978

Con la sagrada apareció publicado mi primer libro en 1978. Fue presentado en un salón escalonado de la Católica, repleto de público, con una cafetera llena de ron con coca cola que circulaba de mano en mano. Se presentaron tres libros simultáneamente. Esa fue la primera vez que leí un poema en público y no recuerdo cuál era.