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Jorge Coaguila y su búsqueda infinita

¿Sabías que Julio Ramón Ribeyro también pintaba? Eso, y ¿que trabajó cargando bultos, de conserje, y como recogedor de periódicos viejos? Sobre su posición política y muchísimo más en esta entrevista con el investigador y periodista Jorge Coaguila. 

Publicado: 2018-11-30
Jorge Coaguila es un periodista e investigador como pocos. Riguroso, obsesivo con la escritura, con la calidad del texto, inquisidor arriesgado, vehemente lector.  Además es amante de la literatura. Magíster en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, su especialidad son las obras de dos narradores peruanos muy conocidos: Julio Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa. 

Jorge coaguila. Periodista.

Acerca de Ribeyro ha publicado «Ribeyro, la palabra inmortal» (1995, 1996, 2008), que reúne conversaciones y estudios, ha editado «Julio Ramón Ribeyro. Las respuestas del mudo» (1998, 2009, 2012, 2015). «Mario Vargas Llosa. Entrevistas escogidas» (2004, 2010, 2010, 2016).  
Dos de sus últimas publicaciones que son, a su vez, reediciones, son los libros «Una búsqueda infinita», donde reúne artículos, comentarios, reportajes, crónicas y entrevistas. Y, «Ribeyro, la palabra inmortal» (1995, 1996, 2008, 2018). Sobre estas dos publicaciones y sobre su trabajo en el periodísmo versa nuestra entrevista.  

Conociste a Ribeyro cuando tenías 21 años y le llegaste a hacer 6 entrevistas. Llegaste a jugar ajedrez con él y pudiste conocer a su núcleo familiar. Al respecto, ¿cuáles son los aspectos de la vida, por un lado, y de la obra, por otro, de este autor que más te han llamado la atención y por qué?

De la vida de Ribeyro me ha sorprendido su constancia para ser escritor. Pasó por muchas dificultades en Europa: fue conserje de hotel, cargador de bultos en una estación de tren, recogedor de periódicos viejos. Nada de eso impidió que abandonara su vocación. De su obra, su estilo, su manera de ver el mundo. Tiene observaciones geniales distribuidas en toda su obra. Su modo de escribir. Llega a ser sencillo, pero con mucho esfuerzo. Todo público puede disfrutar de su obra, que permite conocer su época, especialmente la década de 1950, una Lima que se transforma con la llegada de migrante de los Andes.

Archivo de jorge coaguila

¿Qué piensas de los devenires políticos de Ribeyro? Es muy paradógico en esto. Si bien en el 65 respalda la lucha del MIR, y firma incluso un manifiesto, y tiene cuentos que critican el racismo, e incluso se aproxima al socialismo, como bien señalas (104, "Una búsqueda infinita") y tiene cuentos en los que claramente muestra una crítica social. De otro lado, en el 70 le dice a César Calvo (quien le llegase a donar sangre cuando tuvieron que hacerle 5 transfusiones) que el “indígena peruano era un ser completamente degenerado” (103 "Una búsqueda infinita"). Previamente, aunque apoyaba la reforma agraria pensaba que Velasco era “intelectualmente limitado”. No obstante, fue diplomático en su mandato, y de los subsiguientes. Luego en el 92, no dijo nada sobre la matanza de los presos en las cárceles de Lurigancho, el Frontón y Santa Bárbara. Recibió y mantuvo la condecoración que Alan García le dio (nada menos que la orden del sol) y colaboró –según José Rosas Ribeyro– buscando firmas para un manifiesto en favor de la estatización de la banca. Es decir, no solo apoyaba a García sino que con esto demuestra que sirve con docilidad a cualquier gobierno (i.e. Velasco y García, tan distintos, por ejemplo). De hecho, esto mismo afirmas en "La palabra inmortal", (223) Entiendo que no es contradictorio sino complejo como todo ser humano, pero ¿cómo entiendes tú esta complejidad? ¿qué te dice a ti como lector y crítico literario de su obra?
Ribeyro tuvo diversas etapas en cuanto a simpatía política. Al inicio, cuando era estudiante, por tener cierta comodidad económica, pensaba que los indígenas eran un obstáculo para la sociedad peruana. Su desinterés social lo condujo a escribir en este periodo cuentos fantásticos. Más tarde, como muchos miembros de la Generación del 50, simpatizó con el socialismo. Más aún si pasó a ser un estudiante pobre en Europa. Aquí tenemos relatos de crítica social como "Al pie del acantilado". Luego se volvió individualista, le importaba más su tranquilidad, y un poco cínico. Podemos citar de esta etapa textos como "Silvio en El Rosedal". Claro que deseaba un mejor futuro para el país, pero, desde mi punto de vista, no tuvo una posición muy segura.
Él te respondió que sí: es cierto que las mujeres en sus obras tenían una presencia negativa. Suelen aparecer como infieles, interesadas, mentirosas, racistas y traidoras. Tú mismo te has preguntado por qué el narrador ofrece esa imagen de las mujeres, qué gana, qué espera, qué lo estimula ("La palabra inmortal", 240). Además, todas ellas frente al contraste con “la santa” de María, madre de Ludo Totem muestran un desbalance colosal puesto que la única mujer aparentemente virtuosa encaja en las “virtudes” machistas adjudicadas a las mujeres: tierna, protectora, devota, “santa”. Esta es María, quien sería su madre, en la vida real. ¿Qué opinas sobre esta arista del escritor no solo como personaje sino como un crítico de su tiempo y de su sociedad?
Como el racismo y la homofobia, el machismo era más acentuado en su época, en los miembros de la Generación del 50. Estas taras se expresan en su obra. Hay frases infelices en sus libros. En su diario, por ejemplo, anota en 1974: «He tenido amigas solo de ocasión, salvo dos o tres, también ausentes. La verdad es que la frecuentación de los hombres ha sido para mí siempre más interesante que la de las mujeres, a las que la mayor parte de las veces las he utilizado, reaccionaria y machísimamente, como fuente de placer». Sin embargo, hay un deseo de tolerancia en cuanto al racismo, como en «De color modesto», y un reclamo por un mayor respeto a la mujer, como en «Mientras arde la vela».
Él te confiesa: “toda la gente me considera un escritor muy sombrío, muy escéptico, muy trágico (….) Yo me divierto mucho cuando escribo”. Al respecto, tú señalas que él tiene un sentido del humor, de la ironía y del absurdo muy especial. Lo describes muy bien en una palabra el “chasco” en sus historias. ¿Podrías contarnos alguna anécdota de la que hayas sido parte que muestre esta característica?
Recuerdo que en 1992, en la presentación del cuarto volumen de La palabra del mudo, uno de sus sobrinos quiso entrar al auditorio de la Municipalidad de Miraflores, pero todo estaba repleto. Al miembro de seguridad que cuidaba el acceso le dijo: «Quiero pasar, por favor. Soy pariente de Ribeyro». El vigilante se rio y le dijo: «Eso ya me han dicho varios. No puede tener tantos parientes». Ese mismo día Ribeyro llegó un poco tarde porque se le había caído un diente. Debió pasar por un dentista antes para llegar —como él me dijo— con la «fachada» reparada.
Su lado dibujante. ¿Tienes algún dibujo de él? 

Aquí publicamos dos acuarelas pintadas por Ribeyro

Cambiando de tema, y entrando a tu libro "Una búsqueda infinita": Cuando entrevistaste a Pablo Macera, luego de 23 preguntas, éste se levantó y se fue, dando por terminada la entrevista. Evidentemente, se incomodó. Esto responde a que, digamos que poco a poco te acercaste al tema que de arranque él no iba a querer tocar: su apoyo a Fujimori. ¿Cuál fue el entrevistador que peor te la ha hecho pasar y por qué? ¿Estás de acuerdo con Cesar Hildebrant en que trabajar en periodismo es joder (provocar, se entiende)? ¿hasta qué punto?
Pablo Macera confió que no le iba a preguntar asuntos incómodos para él. Quería que habláramos solo de un reciente libro suyo. Pensó que iba a ser generoso en la entrevista. Lo fui, pero Macera tiene aspectos cuestionables en su biografía reciente. No podía dejar de preguntar algo que muchos quieren consultarle. Me iba arrepentir siempre si no lo hacía. Era la oportunidad. Años antes, en la década de 1980, Macera concedía entrevistas con regularidad. Siempre dejaba frases polémicas. Lamento que se incomodara. Sí, estoy de acuerdo con que el periodista debe provocar, sobre todo en temas políticos. En nuestro país hay una docilidad de los entrevistadores que me avergüenza. También me molesta que personajes cuestionados se paseen por los sets de televisión para opinar. De alguna manera las televisoras los avala.

Para Hildebrant el periodismo es “algo importante, aunque suene anacrónico” (188) ¿qué es para ti?
El periodismo permite entender la realidad. En ciertos casos llega a niveles de arte.
¿Cómo ves la línea divisoria entre la literatura y el periodismo? ¿Hasta qué punto coquetean y hasta qué punto se hermanan estos dos “espacios”?
La división es efímera. Solo la barrera de lo «real» los separa. Hoy uno entra a una librería y observa que el género de no ficción tiene más producción e interés que antes. Hay que tener en cuenta que escribir bien no es exclusividad de los que crean ficción.
Te pregunto lo anterior porque casi todos tus entrevistados –al menos los recopilados en tu búsqueda infinita– pertenecen al área de la cultura (i.e. música, literatura, artes plásticas, historia, y en una menor proporción deportistas, véase a Inés Melchor, por ejemplo) Pero es por la misma razón que quisiera saber cuáles han sido tus entrevistas más difíciles de realizar y por qué. También, si son estas las que más has disfrutado. O, en su defecto, qué tipo de entrevista es la que te entusiasma.

Las entrevistas más difíciles de realizar son las que cuestan conseguir. A Blanca Varela, por ejemplo, no le interesaba conceder reportajes. Las entrevistas se preparan, o deberían ser así, después de una investigación rigurosa: leer todo lo que se pueda acerca del personaje, entrevistas anteriores. Buscar vacíos de interés. Tratar de entender mejor su oficio, sus logros, sus sombras. Imaginar sus respuestas y una reacción. Es una delicia leer o ver una entrevista bien hecha.

Aprovechamos para invitar a todos los lectores a dos actividades "riberianas"

El mismo 4 de diciembre, a las siete de la noche, hay otra actividad ribeyriana: participan Sandra Granados (Universidad Villarreal), Antonio González Montes (Universidad de San Marcos) y Luis Fuentes Rojas. Lugar: Centro Cultural Ricardo Palma (avenida José Larco 770, Miraflores). Ingreso libre

Escrito por

Andrea Cabel

PhD en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh. Ha publicado poemarios, reseñas y artículos críticos y de opinión.


Publicado en

de un silencio ajeno

Un espacio para la discusión de literatura, cultura y (a veces) política.