"Volver a Ver" (2018) es un documental que narra el reencuentro entre tres fotoperiodistas que regresan a las comunidades Cochas, Acosvinchos y Huaychao llevando 6 poderosas imágenes tomadas 30 años atrás y emprenden la búsqueda para reencontrarse con los personajes de estas fotos. El documental nos muestra no solo el encuentro entre fotógrafos y campesinos, sino entre estos y sus pasados, así como el de las historias que nunca llegaron a cerrarse, sino hasta recién estos años. 

No obstante, es importante señalar que este poderoso documento de historia, nace de dos preguntas profundamente relacionadas: ¿cuál fue el proceso que llevaron los campesinos para contribuir al proceso de paz en la historia de la guerra interna peruana? y ¿qué ha pasado luego de todos estos años de la captura de Abimael Guzmán? 

Nuestra entrevistada, la directora de este potente documental, Judith Vélez, intentó responder a ambas preguntas, y el producto de esto es esta maravillosa obra presentada en el Festival de Cine de Lima de este año. 

Vale comentar que este documental partió del manejo absoluto de tres condiciones fortísimas que intentamos condensar en tres palabras: intuición, confianza y precariedad. Intuición y confianza hacia el trabajo de los únicos que realmente habían conocido de primera mano el conflicto interno en estas comunidades: los fotoperiodistas. No olvidemos que en 12 años del conflicto interno, ningún canal de televisión, ningún equipo de documentales, ni peruanos ni extranjeros, logró entrar en estas zonas. Y precariedad porque toda la documentación e investigación previa a la filmación se hizo con un presupuesto propio, y a base de tejer vínculos con los campesinos de las tres zonas andinas en las que se filma: Cochas, Acosvinchos y Huaychao

en plena filmación. fuente: judith vélez

Así, tanto la historia de los (tres) fotoperiodistas elegidos, Vera Lentz, Alejandro Balaguer y Oscar Medrano, como la de los campesinos fotografiados, se filma con una sola cámara: una potente Red One 4K de lentes intercambiables. Y sí, filmar con una sola cámara (lo ideal sería dos) aunque sea una muy buena, tiene sus desventajas. Además de trabajar con presupuesto propio en la etapa de investigación, no dejaron de correr riesgos al momento de filmar, pues hoy en día, las zonas altas de Ayacucho forman parte de la ruta del narcotráfico. No obstante Judith y su equipo los superaron y para nuestra suerte el resultado fue impecable.

la elección de los fotógrafos

Construí la historia desde las fotos de los fotógrafos, no desde los personajes de éstas. Y tuve que hacer un primer viaje porque no conocía Ayacucho. Entonces, no sabía con quién me iba a encontrar. Era un albur decir que lograría encontrar a los fotografiados, sin embargo, tenía que confiar ciegamente que lo lograría, y tampoco tenía la seguridad de que quisieran participar. En cambio, sí tenía mucha fe en los fotógrafos. A ellos los escogí luego de pasar varias semanas revisando los archivos sobre terrorismo que había en la revista ”Caretas”. Felizmente tienen todos los artículos que se publicaron sobre ese tema en tomos encuadernados organizados por años. Así comencé a identificar a los personajes/fotógrafos para este proyecto. 

en casa de óscar medrano. fuente: judith vélez

Me quedé con Vera, Alejandro y Oscar, por las miradas que tenían, cada una muy distinta y particular. Balaguer tenía la mirada de alguien que venía de afuera pero que construye un compromiso con el conflicto armado y con las personas que estaban sufriendo. Él venía huyendo de la represión argentina, y terminó siendo testigo del horror y de la indiferencia hacia las comunidades indígenas. Él desde el principio tuvo un amor honesto con la situación de los pueblos indígenas en el Perú. De hecho, él deja muy claro que lo que le sorprendía, y siempre lo repite, era lo que pasaba en Lima. Mientras ellos cubrían las matanzas que padecían las comunidades, en Lima no pasaba nada, no había ninguna atención a ello.

alejandro y flora. archivo de judith velez

Óscar Medrano, por su lado, tiene un ojo privilegiado. Él, de manera intuitiva, tenía un ojo agudo, maduro, y no viene de ninguna escuela. Recuerdo que siempre me decía: “Yo busco otro ángulo, uno muy diferente al del resto. Quiero ser original porque 'Caretas' es una revista semanal, no es un diario”. Sucede que, ciertamente, él tenía la presión de traer material que resuma lo que ocurría en ese momento. Fue gracias a que era ayacuchano quechuahablante y a sus amistades en Ayacucho que tenía muchas facilidades para llegar a los lugares donde ocurrían los hechos.

oscar medrano. fuente: judith vélez

Finalmente, Vera Lentz, quien siendo muy joven y siendo hija de alemanes, decidió muchas veces autofinanciarse sus “comisiones”. A ella también le asombraba que Lima no prestara atención de lo que venía ocurriendo. Ella había estudiado en Nueva York, había estado en Centroamérica, y al regresar al Perú asumió el compromiso de registrar con su cámara todos los lados del conflicto armado, de manera muy consistente hasta el día de hoy. Ella es una de las mujeres más valientes que he podido conocer. Y es ella quien me abre el mundo de los fotoperiodistas.

vera lentz. fuente: archivo de la fotógrafa

el mensaje central de "Volver a ver"

Para mí el icono más potente que resume “Volver a Ver” es esa mujer con la lanza, empoderada, en pie de lucha, una imagen que capturó Vera Lentz estando en Acosvinchos y que terminó siendo la imagen del poster oficial. Una forma de posicionar la otra historia. Siempre hemos visto a las comunidades andinas solo como víctimas, y no fue así: las comunidades se organizaron, manejaron una organización militar con mucha disciplina para defenderse de los ataques de Sendero Luminoso, fueron muy valientes y con poco hicieron mucho. Los herreros eran los llamados a hacer lanzas para todos, y definieron protocolos según las edades para el uso de las armas, ¡incluyendo una falsa arma de madera!, que la usaban los jóvenes desde los 14 años. ¡Se vieron obligados a engañar a Sendero Luminoso con un arma de madera! Toda esta teatralidad tenía que ser coherente para que el enemigo, para que desde lejos, puedan creer que estaban armados.

Nadie puede negar que una guerra, como la sufrida en el Perú, está atravesada por historias de horror, pero creo que es hora de rescatar las historias de valor. Es hora de aplaudir y reconocer el esfuerzo de muchas comunidades indígenas que con lo poco que tenían lucharon y desarrollaron una estrategia militar precaria pero eficaz, construyeron muros alrededor de algunos pueblos como Cochas y torreones y armas artesanales como en Acosvinchos.
las fotografiadas
Cuando llegábamos a los pueblos, algunos campesinos me detenían y me decían "yo también viví esos años", en el fondo querían participar en el documental no por un afán de protagonismo sino porque tenían algo que decir. Imagínate hay tantas historias de sobrevivencia que yo solo he mostrado una pequeña parte de la gran historia. También me encontré en una situación delicada cuando note que a algunas autoridades no les gustaba que escogiera a las mujeres, que sean ellas las llamadas a contar la historia de esos duros años, y eso porque todavía hay mucho machismo y la pregunta que saltaba era… por qué ellas y no nosotros.

teofila. fuente: judith vélez


"la mirada invisible"

Sí, ese era el título original que iba a tener este documental, pero lo cambié poco antes de estrenar en el Festival de Cine de Lima. Durante un largo tiempo pensé que ese título permitía varias capas de interpretación: estas se relacionan a la mirada del fotógrafo con el personaje, éste que mira y que nadie lo mira (las víctimas), el conflicto armado a 4 mil metros y que nadie lo conoce. Es decir, hablamos de la invisibilidad. 

Hablamos de imágenes que fueron tomadas pero que nadie las vio. Lentz, Balaguer y Medrano capturaban fotos muy potentes que eran publicadas, pero muy pocos le daban el peso a lo que comunicaban, eran “llamados a la acción”, para detener la tragedia que vivían miles de campesinos quechuahablantes en toda la sierra central. Estas fotos eran “llamados” que no fueron escuchados. Por ello, era importante colocar en “la mirada” a lo invisible.

No obstante, le cambié el título a “Volver a ver” porque es más directo, más potente, es una flecha que llega al lugar donde tiene que llegar. Creo que toda la película está atravesada por el volver a mirar: sea del lado del fotógrafo que regresa a recordar como del lado del fotografiado que se mira, y el público, la cuarta pared. Este tema de volver a ver es realmente tridimensional y es importante ver todos los actores que se enfrentan a este reto. 
"ellos deberían pedir perdón"

Yo no sé cómo va a ser la reacción de la gente cuando estrene “Volver a Ver” en una sala comercial. Que dirá la policía, porque tenemos el testimonio de la sobreviviente de la matanza de Socos. Y aunque ya se realizó un juicio y algunos pocos policías cumplieron condenas aún persiste una campaña de negacionismo

Yo no sé ¿qué le cuesta a la policía pedir perdón? Y reconocer que se equivocaron. Por muchos años se aplicaron métodos de represión, salvajes e inhumanos. De igual forma Sendero Luminoso tampoco ha pedido perdón, su fanatismo y fundamentalismo los tienen alejados de la realidad, a espaldas de todo el horror que desataron. Para ellos el fin justificaba los medios. 


Alejandro haciendo los últimos retoques de los cuadros en Cochas Alta. Donde fueron tomadas las fotos 25 años antes. fuente: archivo de judith velez

lo que quedó afuera

La primera persona que conocí, en Acosvinchos, fue Fortunato, él me recibió en su oficina y trabajaba cerca al Alcalde Distrital. Cuando lo entrevisté en esa ocasión descubrí la fragilidad de un padre que lloraba porque sus hijos no fueron al colegio durante esos oscuros años y quedaron analfabetos. Uno de los primeros testimonios que fui recogiendo y que me toco mucho. Hubiera querido tratar este tema en la película, pero al final no se pudo, porque un tema así merece un mayor desarrollo. Allí hay una gran investigación por hacer muy potente y lacerante para contarse.

Otro tema complejo es la cercanía entre senderistas y campesinos, mientras en Acos Vinchos se organizaban para defenderse de los ataques de Sendero Luminoso, algunas comunidades de las zonas altas, habían tomado partido por el enemigo y entre comunidades vecinas muchas veces se han enfrentado. En los ataques podían reconocerse. Hoy nadie quiere hablar de este tema pues ahora que son tiempos de paz la convivencia continua aunque incomoda.

El desafío en este documental es el equilibrio entre los testimonios y el paisaje, los silencios y la historia de los fotógrafos, así como la parte emocional y lo que va caminando debajo, todo esto es lo que hace que vayas entrando en esa realidad. De que puedas hacer una construcción metal, visual, de lo que fue la guerra en esos años. Después de todo, nadie entró en esa zona, los únicos que han visto lo que ocurrió en esos años fueron los fotógrafos. 
el aporte central de este trabajo

Creo que esta película aporta al imaginario peruano en otros sentidos: por primera vez podemos entender a través de estas fotos, que son imágenes privilegiadas, cómo fueron estos años, cómo eran estos ataques, cómo se organizaban las comunidades altoandinas. Esto nadie lo sabe. Por eso en el afiche puse esta imagen de Vera Lentz, porque para mí esta es la parte original de "Volver a ver".  Hay muchos documentales sobre los testimonios, pero lo que quiero rescatar es otra cosa: la capacidad de organización y de respuesta de las comunidades andinas.

Foto de portada: Archivo de Judith Vélez