Escribo porque no me parece justo que " Voces contra el feminicidio. Poesía, narrativa y performance" sea un evento que se olvide. Escribo porque sería incoherente que el objetivo principal de esta reunión de poetas, narradores, periodistas, que fue exponer, discutir, sensibilizar con experiencias de primera mano, sobre el tema de la violencia contra la mujer, se esparza con el tiempo, el recuerdo y la memoria, en vez de quedarse tatuada, y no quede un documento, o algo, que cuente parcialmente, aunque sea, lo que pasó esa noche en la que todos gritamos, BASTA. BASTA. Porque no puede existir un caso como el de Eyvi, nunca más. Nunca.  

los participantes. FOTO: ROSANA LOPEZ CUBAS

¿Es la violencia contra mujer un mito? ¿una exageración? Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), solo en enero de este año se produjeron –a nivel nacional– 10 feminicidios y 44 tentativas de este delito. Para marzo, de 10 feminicidios aumentamos a 32 casos, que fueron aumentando. Mujeres que fueron desfiguradas, quemadas, torturadas, niñas, bebés de meses de nacidas, ¿es una emergencia, entonces?

Victora Guerrero, poeta feminista, organizadora de este evento, abrió la noche con un mensaje muy claro para todos los asistentes: este evento y la postura feminista NO está en contra de los hombres, sino en contra de la violencia contra la mujer. El caso de Eyvi y de todas las mujeres violentadas nos cuestiona como sociedad y nos está obligando a repensarnos a nosotros y a nuestra capacidad de acción frente a este tremendo problema.

FOTO: ROSANA LOPEZ CUBAS

A propósito, Eyvi fue una homenajeada que todos los participantes recordaron porque todos tenían algo que decir sobre ella, sobre su vida truncada, sobre la rabia e impotencia que da que alguien tan joven, solo por decir "no", haya muerto, y con tanto dolor.  Puedes leer el poema de Victoria, aquí

El comiezo

La sala, repleta de jóvenes y adultos quería saber para qué estaba esa pantalla en el fondo. Antes de saberlo,José Carlos Agüero, nos leyó un poema que era una intervención sobre un texto del Siglo XVII, de la Real Audiencia de Charcas, en el que la causa era el divorcio. Este texto revela el trato vertical institucionalizado, normalizado, protegido, que se ha tenido hacia las mujeres en el matrimonio y lo que "corresponde" en las separaciones". 

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Luego, Marco Avilés,  nos contó la historia de su madre. Una mujer de 14 años que murió antes de que él naciera, producto de un accidente automovilístico, en el que conducía era su padre. Puedes leerlo, aquí. Ya desde la historia y desde la crónica teníamos dos complejas formas de ver a las mujeres y de entender la violencia hacia ellas. 

La pantalla seguía ahí, muda. ¿Veríamos alguna película o documental? 

De pronto, proyectaron "La Misma Canción". Y sí, vimos una canción. Verla era tan importante como escucharla. El ejercicio era leer la letra del vals criollo compuesto por la artista visual Claudia La Hoz sobre el maltrato psicológico que recibió vía chat durante cinco años. Todos leímos cómo Claudia había intervenido los insultos, la violencia, con un plumón rojo, y con una letra redonda, y cómo había ido quitándole poder a cada frase cambiándole de contexto. Aunque la idea original -al menos la teórica- es de la filósofa Judith Butler,  la creatividad de convertir el insulto en canción, es de Claudia. Esto es lo que leímos y escuchamos, la violencia que sufrió hecha canción:


Aplaudimos todos por la creatividad, y la valentía de exponer un chat privado, un chat donde le decían insultos, donde en realidad, era doloroso ver la forma como le habían hablado.

"Y de un hachazo / la partieron en dos"

Rocío Silva Santisteban, crítica literaria, periodista, poeta. Sus poemas fueron una de las mayores espinas que dejaron en la sala. Ella no leyó primero, leyó casi al final, pero sus tres poemas fueron como estacas para terminar de convencernos de que algo estaba yendo mal. Sus poemas, algunos muy personales, confesionales, y otros sobre las mujeres que conoció, sobre los testimonios que contaron algunas, nutrieron la noche de una poesía que comenzaba a hacernos sentir más que incómodos, más que tristes, más que impotentes.

Yo al menos, me comencé a sentir destrozada. 

foto: Rosana lopez cubas

 

Oronqoy


Una de las razones

que esgrimieron

los senderistas para matar a una mujer

fue su silencio:

“estaba triste y pensativa” dijeron

y de un hachazo

la partieron en dos

por un lado, el izquierdo

el corazón y la sangre transparente

al otro las vísceras y entre ellas

el dolor por su guagua de tres meses

asesinada a hachazos cuatro días atrás

triste y pensativa

¿cuántas veces me hubieran matado a mí?

¿cuántas veces a ti, impávida lectora?

Ella murió por nosotras

las tristes

las pensativas.

La primera vez que me llamaste inútil

Estudié con Becky literatura en la PUCP, y nunca supe que tenía una poesía así de potente. Nunca había leído sus textos, estos que hablan del maltrato que vivió, de la violencia sexual que vivió. Es difícil escuchar a mujeres que conoces y a las que no también, leer sus textos respirando como si se ahogasen. Respirando mientras recuerdan, es injusto también saber que mientras ella expone, otra calla. 

Que mientras una se despoja de la piel, la otra la perdió porque la incendiaron. Becky leyó dos poemas, uno que no hemos publicado porque no está terminado, aunque fue el poema que tanto a ella, como a mi, como a los que la escuchamos, nos lanzó al oscuro vacío de la infancia. Cuando alguien te ataca, te toca, te invade, no tiene nombre. No tiene palabra. No tiene lenguaje. Por eso escribimos poesía. Dejo, sin embargo, porque ella me lo permite, este otro poema, que es tan potente como el otro, y nos obliga a girar el rostro, y a irnos con ella. 

FOTO: ROSANA LOPEZ CUBAS


Borrón y cuenta nueva


La primera vez que me llamaste inútil

tuve que contar ovejas para poder quedar dormida.

Reinicié la cuenta tres veces como buena para nada.

Las ovejas se burlaban de mí al son de sus balidos.

La inútil del ojo morado. La inútil de la nariz roja.

La inútil que tartamudea hasta al contar en la mente.

La oveja número 576, cansada de reír, me dejó acariciar su lana

y soñé con ella brincando en la sala mientras yo recogía sus pelusas.

La segunda vez que me llamaste inútil,

tuve que contarle al padre que pequé

de malos pensamientos. A veces es difícil

mantener la mente limpia con la cabeza rota.

Dieciséis padrenuestros y veinte avemarías

me bastaron para redimirme y quedar dormida.

Soñé con un frasco de lejía

derramándose en el piso mientras

yo intentaba secarlo.

La última vez que me llamaste inútil

tuve que contar aviones con los ojos cerrados.

Bastaron diecinueve para lograr abrir el ojo izquierdo.

Veintiséis para respirar por la nariz. Treinta y siete

para abordar. Mi vuelo es el 2579. Empiezo a contar nubes.

Ya habrá tiempo para soñar.

tantas veces claudia

En su lectura hubo lágrimas de liberación, porque desde hace un mes exacto se ha liberado de la relación con ese ser violento, al que llama, en los poemas, el "enano". Un sujeto que la convenció de una "cláusula" en la que quien tenía la razón siempre era él mismo. Ahora: salgamos del lugar de lectores y seamos más activos, más empáticos. Si una tiene vergüenza de contar la intimidad de sus problemas a una amiga, ¿se imaginan cómo fue contar la intimidad de una relación abusiva a un público lleno de desconocidos?

Claudia nos dio una lección de sensibilidad, de capacidad de convertir en belleza (sus poemas) el dolor. Pero claro, sin olvidar, nunca, que este tipo de relaciones no pueden repetirse, en nadie. Nunca. 

Mónica sánchez

Reconocida actriz y activista feminista y por los derechos humanos, hermana menor de 4 varones, Mónica se unió a la voz de todos los participantes para leernos  poemas de reconocidas escritoras feministas. Entre ellas: Rosario Castellanos, e Idea Vilarino. De otro lado, Mónica comenzó su lectura con una reflexión muy interesante sobre la violencia, sobre los efectos del machismo, y sobre la propuesta de ese mismo recital. Dejo un poema de Rosario Castellanos:


LÍMITE

Aquí, bajo esta rama, puedes hablar de amor.

Más allá es la ley, es la necesidad,

la pista de la fuerza, el coto del terror,

el feudo del castigo.

Más allá, no.

les habla fiorella terrazas
La poeta y activista Fiorella Terrazas dejó en claro, antes de leernos sus poemas, que la erradicación de todas las formas de violencia haciaa las mujeres, incluía a las mujeres afrodescendientes, lesbianas, mujeres trans, con discapacidad, y aumento, y yo aumento, a las  indígenas, amazónicas, mestizas, urbanas, sindicalizadas, trabajadoras informales, migrantes, a todas. Ella, que incluía a TODES, buscó desde una gramática y un lugar enunciativo muy propio, visibilizar la violencia hacia todas nosotras. Repitió dos veces: "Les habla Fiorella Terrazas" y en su voz yo encontré el reclamo por un lugar de enunciación de un discurso combativo.
todos ellos, todos.

No quiero omitir la participación de nadie, porque entre los aportes de todos los artistas invitados se consiguió una presentación profundamente intensa y muy completa. Mujeres que hablaron desde sus casos personales, que los expusieron, exponiéndose ellas a las críticas, a sus propios miedos. Otros que aportaron desde la lectura de poemas, interviniendolos, como es el caso de Eliana Fry y Bruno Polack, ella actriz y él poeta, ambos leyeron un poema de Blanca Varela. Pero no lo leyeron simplemente. Lo actuaron, lo tartamudearon, lo invadieron. Nos obligaron a entrar en otra lógica de lectura y por ende, en otra emoción frente al poema. Una sincronía distinta la de una mujer poeta, la de una mujer que sobrepasó los tiempos y las geografías, Blanca Varela, para hacerse presente esa noche. 

Tan necesarias también las reflexiones de Valeria Román, de mi querida Violeta Barrientos, a quien admiro, y que comenzó con una frase punzante, que a mi por lo menos, me hizo sentir menos sola: "mañana es otro día del padre que no festejo, porque nunca conocí a mi padre". Ella, lesbiana, como yo, medio huérfana, como yo, cerró la noche con un golpe intenso. 

Gente: estamos hablando, ya el problema no es ese. El tema es si van a escuchar. Si quieren escuchar. Si están dispuestos a salir del lugar de confort y quieren abrirse a ese momento incómodo, a ese momento en el que el prójimo decide contar su historia, y mostrar sus heridas.


Ud. decide.