- Why bats, master Wayne? 

                                                                           Bats frighten me. It´s time my enemies                                                                                                                      shared my dread

                                                                                                                   (Batman begins)

                                                                      ¿Por qué los murciélagos, señor Wayne?

                                                               Porque me asustan. Y es tiempo de compartir                                                                                                mi miedo con mis enemigos


“Hemiparesia izquierda” (Ediciones Catavento, 2017) abre con tres epígrafes, uno, tomado de “Los diarios de Emilio Renzi”, de Piglia, otro, que es el poema “Curriculum vitae”, de Blanca Varela, y uno más, que es la significativa confesión de un superhéroe. Este último, que es el que he transcrito como epígrafe de este comentario, contiene y responde a la propuesta más potente de “Hemiparesia Izquierda”. 

En el epígrafe, el súper héroe (en nuestro caso, Batman), elige vestirse de su mayor temor para resignificarlo. Resignificarlo implica que al vestirse, y asumir las cualidades físicas de su mayor miedo, obtiene una fortaleza “sobrenatural”. En paralelo, releyendo esta historia con el poemario, entendemos que la propuesta de Prado recae en el empoderamiento del dolor, más que del miedo. En la película “Batman Begins” de donde Prado extrae el epígrafe, el mecanismo parece evidente y simple: un niño cae en un lugar repleto de murciélagos, se espanta, y de adulto, se viste como uno de ellos -como la encarnación de su pánico- para asumir su miedo y luchar por la justicia. Su heroísmo es doble: luchar por una buena causa, y enfrentar su temor.

Pero la voz poética, que claro, crea un nuevo yo, busca reparar su lado herido de un modo simbólico. En ese sentido,  el yo poético resignifica su historia, y lo que deviene de ella –la enfermedad, la asimilación de esta, la recuperación, la relectura de su miedo– para mostrarla, para entregarla a sus lectores sin miedos ni angustias. En este poemario estamos frente a versos construidos con una clara consciencia de lo que significa apoderarse de lo que más duele para cambiarle de sentido y significado. 

Hemiparesia, un término médico que se refiere “a la disminución de la fuerza motora o parálisis parcial que afecta un brazo y una pierna del mismo lado del cuerpo", es la consecuencia de una lesión cerebral, normalmente producida por una falta de oxígeno en el cerebro. Es de esta lesión y de cómo vitalmente la ha vivido y emocionalmente la ha construido y ha entablado un diálogo con esta, que Prado propone algo distinto. Honestidad brutal. Honestidad calma. Una honestidad que permite que el poeta muestre su realidad, sin ningún disfraz, sin ninguna máscara. Supera en ello, ampliamente al súper héroe de películas e historietas que enfrenta sus miedos apoderándose del físico de las criaturas que lo espantan.

El yo poético se viste de sí mismo. Y conforme avanzamos en las cuatro partes de este libro, se instala la sensación de abrir una fruta, y, con ello, de ver el contenido de una emoción, de un recuerdo, y de un presente. El poeta, con un lenguaje muy propio, nos deja ver su miedo, y con ello, las complejas formas de quererlo. Así las cosas, estos versos no tienen que ver con la carencia o con la falta, sino con lo opuesto: con el uso del recuerdo y de la memoria para repensarse y mostrar la dignidad y el amor. En esta poética, nadie reclama nada, no hay indignación, no hay drama. No hay excesos. Está la calma, y el amor, claro, también.

Los invito a leer el libro, claro, y a leer la voz de su autor en esta entrevista. Y aprovecho para agradecerte, Manuel, no solo por tu sinceridad, por tu sencillez y por tu buena onda, sino por caminar conmigo esta ruta, en la que no se necesitan construir héroes fuera de nosotros, sino un poco más dentro, por donde se bombea sangre.

MANUEL ANGELO PRADO.

"SOY PERFIL BAJO"

La mitad de las personas que me conocen me llaman Angelo; y la otra, Manuel. Esto, además de lógico (son los dos nombres que aparecen en mi DNI) es también extraño y gracioso. Mis apellidos, eso sí siempre son dichos en el mismo orden: Prado Chira. Este año publiqué Hemiparesia izquierda, mi segundo poemario (el primero fue Estación, publicado en el 2011) con el sello Catavento de Paracaídas Editores. De hecho este año participé en un recital que organizó la editorial en la FIL LIMA junto con los poetas Marilia Navarro y Juan Cuentas Nájar.  

A los 19 años, cuando estudiaba en la PUCP, decidí que quería escribir, aunque no sabía que profesión iba a estudiar. Con el tiempo escogí cursar Literatura. Aunque ahora que lo pienso pude haber estudiado periodismo u otras carreras ligadas a la ciencia sociales. Cuando terminé la carrera enseñé un tiempo, pero luego arribé, ¡oh, gran ironía!, al periodismo (hasta hace poco trabajé en LaMula.pe) También me interesa el cine, tanto que he llevado cursos de guion en escuelas de Argentina y Cuba.

Mis amigos y amigas dicen que soy una persona discreta. Y tiene razón: soy perfil bajo. Nunca me ha gustado la figuración, la soberbia o la sobonería.

(Mi) Hemiparesia izquierda

Durante mi alumbramiento, mi madre tuvo, por escasos segundos, lo que se denomina sufrimiento fetal. Como consecuencia de ello sufrí, como señalas en tu pregunta, una lesión que derivó en la hemiparesia que en mi caso afectó el lado izquierdo (brazo y pierna). De ahí el título del libro. 

Durante mi infancia y adolescencia tuvo que hacer terapia (ocupacional y física) y a los 13 años fui operado (me hicieron una transferencia de tendones). Entrené mi cuerpo y también me incliné por la práctica de las artes marciales (que hasta ahora me persigue). Siempre he tenido que hacer actividades físicas. Con el tiempo esa necesidad se volvió una costumbre, a tal punto que para ‘activar mi escritura’ tengo hacer dos cosas: escuchar música y ejercitarme.

Hablar de lo propio

Desde que decidí involucrarme con el oficio de la creación literaria supe que, llegado el momento, tendría que escribir sobre el impacto de tener hemiparesia. Lo curioso es que nunca pensé que tocaría el tema a través de la poesía. En un inicio, yo quería dedicarme a la narrativa pero con el tiempo entendí que mi voz no gustaba tanto de la extensión novelística, sino de la síntesis poética. Era más apto para ‘matar’ de un ‘sablazo’ que por ‘envenenamiento’, a cuentas gotas. Todo esto, por supuesto, desde una perspectiva literaria.  

Dudé mucho al momento de titular este poemario con el nombre de Hemiparesia Izquierda. Pensaba que no sonaba poético. Pero luego de pensarlo mucho entendí que esas dos palabras condensaban lo que se expresa el libro. Para decirlo en otros términos: el ‘disparador’ es la hemiparesia que, dicho sea de paso, se define como una condición neurológica que se trata, más que como una enfermedad.
La portada partida en dos

Justamente en una reunión que tuve con Diana Gonzales Obando, mi editora, yo sugerí poner la imagen de un cuerpo. Tenía en mi cabeza la idea de una disección. Entonces, Diana recordó haber visto un cuadro con ese concepto y después de una investigación en internet dio con Lección de anatomía del Dr.Nicolaes Tulp, de Rembrandt. Yo le dije: “Esa es la imagen”. Y bueno, lo del diseño es parte del concepto gráfico del sello Catavento, que es la colección de Paracaídas dedicada a nuevos poetas

FOTO DEL POETA.

El proceso de creación y escritura 

El proceso empezó después de publicar Estación, es decir, en la segunda mitad del 2011 y terminó oficialmente, por decirlo de alguna manera, a inicios de este año.  

Recuerdo que cuando le conté a Rossella Di Paolo sobre lo que pensaba escribir (había sido mi profesora en el taller de creación de poesía en la PUCP), se sorprendió un poco porque no era un tema característico de un poeta joven. Luego de contarle sobre mi experiencia, ella me entendió y soltó una frase que nunca olvidaré: “Has que valga la pena lo que has vivido y que mejor forma de hacerlo que con la poesía”. Fueron seis años en los cuales escribí los poemas del segundo libro, aunque debo decir que hubo una pausa para incursionar en el género del cuento (uno de esos cuentos, Ciudadano Vyassa, llegó a ser finalista de la última edición del Premio Juan Rulfo).

No podría decir que los escribí con ‘disciplina’. En realidad, no soy adepto a esta idea de escritor profesional (con horario) ya sea para escribir cuentos o poemas. Tampoco creo en la ‘magia de la inspiración’. Sucede simplemente que mi escritura se alimenta de otras actividades como hacer ejercicio, tal como lo mencione anteriormente. Cuando tengo una idea o un tema del quiero escribir pues le voy dando forma. También leo libros de literatura y otras disciplinas, veo películas, escucho música, camino. Me gusta mucho caminar. 

Mis jornadas de escritura duran tres horas máximo (una jornada que repito varios días a la semana, ciertamente, pero no siempre de la misma forma). No tengo, para resumirlo, ese ‘conflicto existencial’ que supone elegir entre el oficio literario y los llamados trabajos alimenticios.  

uNA EXPERIENCIA EN pARACAIDAS
Cuando tuve el manuscrito terminado contacté editoriales independientes. Tras un breve tiempo, me llegaron algunas respuestas. Elegí la de Paracaídas Editores porque me pareció la propuesta más clara y ordenada. Y me ha gustado mucho trabajar con su equipo, especialmente con Diana Gonzales Obando -mi editora- con quien tengo una comunicación fluida y me ha dado mucha confianza
EL ROL DE LA MEMORIA EN TU POÉTICA

Es un estímulo. El reto de Hemiparesia Izquierda era evitar un tono excesivamente biográfico y una sensación de lástima. Personalmente, la autoficción no me llama la atención y aunque este es un término asociado a la narrativa, yo no quería hacer una ‘autoficción poetizada’, simplemente quería transmitir las sensaciones de un cuerpo humano que se siente vulnerado y retado por su entorno, por su país, por su tiempo y por sus propios miedos o frustraciones. Por eso el subtítulo Anatomía de un cuerpo lanzado a la batalla. Juan Carlos Fangacio lo apreció así en su sección Pisapapeles de El Comercio: “[…] una situación en la que el poeta mira su brazo como si fuera un miembro ajeno”. No puedo estar más de acuerdo

FOTO DE GRECIA DELTA. PÁGINA Y POEMA DE "HEMIPARESIA IZQUIERDA"

El lado herido

Creo que ese trípode que mencionas está relacionado con la idea de la ‘construcción’ del cuerpo y de la identidad (en el sentido más amplio del término). La voz poética sabe que tiene un cuerpo distinto. Tiene un lado herido que debe reparar y desde un plano simbólico debe crear un nuevo yo. Y en ese proceso empieza a tomar conciencia de que el cuerpo, tengas o no hemiparesia u otro problema físico, es un ente vulnerable. No somos tan fuertes como el ego del ser humano lo quiere pintar. Y justamente, la voz poética se da cuenta de esa vulnerabilidad porque está ‘herido’.  

Y en ese proceso de la construcción y reparación del cuerpo aparece el descubrimiento del erotismo y el placer. Ambos se constituyen como un frente ante la desolación e incluso diría que tanto el erotismo y el placer buscan matar a esa ‘vieja identidad’ que se otorga desde el exterior, y que está basada en prejuicios y taras mentales (tener una dificultad física puede generar burlas), a la voz poética.

Ahora bien, tengo que señalar que en la presentación del placer y el erotismo como fuerza de combate huelo la influencia de Oswaldo Reynoso y su crítica a la educación castrante religiosa que expresó, por ejemplo, en su novela El goce de la piel.

los epígrafes

Con respecto a los epígrafes, nunca me ha gustado ser ‘solo literatura’. Siempre me gusta explorar otros campos del conocimiento y expresiones artísticas y ello está presente, directa o indirectamente, en lo que escribo. Sobre todo el cine, que ha sido una columna vital en mi formación personal y profesional. Por ello la cita de Batman. 

Verás, para mí este personaje representa las complejidades de la identidad humana. Bruce Wayne llegar a entender y asume que su identidad está constituida por una masa oscura (nacida a partir de la muerte de sus padres). Como tantos otros han dicho, la máscara no es Batman, sino Bruce Wayne. Todo esto a mí me resulta muy poderoso, sobre todo, porque lo que hace este personaje es exponer su masa oscura que está llena de odio, rencor, frustración y miedo para convertirla en un arma justiciera y ética. Creo que el arte tiene un proceso similar: darle forma, como un artesano, a esa masa oscura para crear un lenguaje estético, artístico e incluso hasta político.  

Debo decir, además, que yo no creo en esa idea de que “el arte debe ser apolítico”. Al mismo tiempo, tampoco considero que todo arte con ligamentos políticos sea panfletario. Para mí, lo estético y lo político pueden combinarse perfectamente, alimentarse uno a otro, y tener grandes resultados artísticos. Ejemplo de ello son las obras de teatro del grupo Yuyachkani o la novela La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa. Un libro muy bien escrito y donde uno puede ‘oler’, en la narración y exposición de la historia, la vena liberal del autor.
Hoy, ahora.

Por estos días he estado revisando y corrigiendo algunos cuentos. Sin embargo, el centro de mi escritura es la poesía y ya tengo el título de lo sería mi tercer poemario. De este proyecto ya tengo la primera versión de un poema. No me apuro. Calculo que demoraré otros seis años en publicar otro libro. Lo que no me queda claro es si primero saldrá el libro de cuentos o el de poesía [risas]. Normalmente la poesía gana esas pulseadas. También quiero seguir aprendiendo sobre fotografía. Un oficio con el que comencé el año pasado y al que llegué a través del cine

manuel angelo prado. foto de alberto ñiquen