Soy estudiante de traducción de chino e inglés en la Universidad Ricardo Palma. Escribo desde que soy niña, normalmente para mí misma. Siempre soñé con publicar pero nunca pensé que sería tan pronto. Me gusta enfocarme en personajes mujeres, en contar sus historias. Hay muchos que prefieren leer cuentos a escuchar a mujeres en el mundo real. Quiero seguir escribiendo y seguir mejorando, y con suerte seguir publicando.

El Almagesto fue un tratado matemático escrito por Ptolomeo en el siglo II. En éste describe, entre muchos otros puntos de astronomía, la teoría del geocentrismo, en la que la Tierra es el centro del universo. La información contenida en este texto fue de uso común en la investigación de los astrónomos tanto árabes como europeos desde su publicación hasta la Edad Media. 

Elegí llamarme “Almagesto” en las competencias de Lucha Libro porque me llama la atención cómo refleja que un conocimiento puede ser elemental para siglos de investigación científica y al mismo tiempo estar tan obviamente equivocado desde su premisa base para un observador actual. Saber en el siglo XXI que el Sol no gira alrededor de nosotros no altera la importancia que el tratado tuvo durante siglos, y es esa importancia de lo equivocado que me atrajo al nombre. No es, como muchos han supuesto, una combinación de dos palabras.

Lucha Libro empezó en el 2011 y se realizó normalmente en La Noche de Barranco, pero la edición del 2016 (en la que gané, y por la cual voy a publicar) se hizo en formato reality show y se emitió por Canal IPe. Los doce escritores-luchadores que se enfrentaron en el reality fueron elegidos entre los participantes no ganadores de años pasados, pero normalmente se ingresaba enviando un cuento durante la convocatoria anual. En el reality, los escritores-luchadores acumulaban puntos para pasar a la siguiente etapa; en otros años es más estricto, y perder una sola vez significa salir de la competencia 

Yo entré en el 2012, con apenas 18 añitos, y perdí. Las reglas de Lucha Libro indican que alguien que ya ha participado no puede volver a participar, así que cuando me llamó Christopher Vásquez, el creador, para ofrecerme volver a ponerme la máscara de Almagesto en el reality, acepté inmediatamente.

Lucha Libro es un campeonato de escritura, pero no basta con escribir bien para tener éxito en la competencia. La habilidad de improvisar y poder incorporar los tres elementos de forma natural en un cuento en solamente cinco minutos juega un papel importante, especialmente cuando estos tres elementos pueden ser cosas como “chifles”, “ardilla” y “caleidoscopio”

Además de eso, tenemos que meternos en el feeling de la competencia. Tenemos máscaras estilo las de luchadores mexicanos y para la final hasta teníamos capas brillantes, y al subir al ring (un verdadero ring en el escenario alrededor de la laptop en la que escribimos) tenemos que hacer una pose o un saludo. 

El personaje que construimos es parte del asunto, como Funes el Delirante, quien perdía los tapers de su mamá, o la Gata Negra, con traje de gato de látex negro y su máscara gatuna.  

Para completar la pelea, está el árbitro, quien anuncia a los luchadores (incluyendo su peso, distrito y autor favorito). Es una verdadera pelea. Recuerdo que mientras esperaba en el camerino debajo del escenario (un espacio diminuto y caluroso, especialmente con la máscara cerrada) a veces pensaba que preferiría pelearme a los golpes. Al subir al ring recibimos los tres elementos, y tenemos unos segundos antes de que empiece el tiempo para escribir, pero para mí se sentía en cámara lenta. Pude terminar a tiempo todos mis cuentos excepto uno al que le faltó la última palabra. Otros no tuvieron tanta suerte. Era igual de tenso luchar y ver las demás luchas desde el balcón, calculando mentalmente los puntajes.  

Lucha Libro fue una oportunidad para exigirme más a mí misma como escritora y para aprender de los demás. Siempre era interesante escuchar los comentarios del jurado (Maria Luisa del Río, Hernán Migoya y Juan Manuel Robles) y aprender de ellos, aprender de lo que hacían los demás, y de lo que no hacían también. Y no solamente en el ring. 

Escribir un libro entero, realmente tener que sentarme y obligarme a escribir esas ideas que rondan mi cabeza hace tanto tiempo, me enseñó más de lo que jamás creí. Lucha Libro fue además una oportunidad de conocer gente muy interesante entre los demás escritores-luchadores (y algunos que ya conocía hace varios años, como “Cry” –seudónimo de Carla Cabrera, la otra finalista). 

Me emociona muchísimo ver cómo reaccionará la gente al libro, si le gustará a alguien o será un desastre. Y es también lo que menos me gusta porque me da miedo. Pero sé que aprender a lidiar con críticas, buenas o malas, es inevitable. Si quisiera que la gente no diga nada, no habría publicado. 

El título proviene de uno de los poemas del libro, llamado Mosquito. Es un poema sobre el trauma y sus secuelas, sobre las pesadillas y los recuerdos y flashbacks. No estaba planeado que fuera el título hasta después de terminar de escribir el libro. Me pareció interesante combinar el embarazo monstruoso y parásito del poema con el “dar a luz”, luego de 22 años, a mi primer libro.